Como si le faltaran a la calle y a la carretera peligros o problemas de colapso y saturación. Resulta incomprensible que la Administración, en vez de darle fluidez, complique la precariedad y escasez de los examinadores del carné de conducir. Es una carencia que viene de lejos y que solo ha experimentado amagos de arreglo para desembocar en un desespero mayor. Las horas extras de los examinadores quedan desautorizadas y los de refuerzo extinguidos.
El resultado de tal panorama se plasma en tres meses y medio de retraso en los exámenes prácticos, posibilidad de que expire el teórico, mayor desembolso en horas de práctica mientras se espera turno, inseguridades y nerviosismo. Las autoescuelas se muestran impotentes, al borde de la deseperación. Dicen que han hablado sin éxito con partidos políticos y Delegación del Gobierno. Amenazan con sacar todos sus coches a la vez y colapsar las entradas de Palma. La sufrida calle paga las consecuencias de la ineficacia en la gestión. O de la presión política. Ayer fue Asaja quien plantó sus tractores en el Passeig Marítim molesta por la ampliación de las ZEPA. No hay Govern de izquierdas que no tenga su tractorada. Ya es un clásico. Lo de la falta de examinadores de Tráfico tiene otro cariz más profundo y grave.
Una gestión solvente de la concesión del permiso de conducir aporta normalidad y seguridad al uso cotidiano del vehículo. Las campañas de concienciación quedan devaluadas si no se ha cumplido con la premisa anterior. Debería tenerlo en cuenta la DGT para no colapsar su propia capacidad de gestión y mantener el volante en la posición que le corresponde. Es alarmante que un problema tan viejo como el de los examinadores del carné de conducir se agrave en vez de solucionarse.
