Dos amigas de cuatro años jugaban y una propuso que cuando fueran mayores se casaran. La otra replicó que "dos mujeres no se pueden casar". La respuesta fue: "Pero yo es que de mayor seré un hombre".

Así de claro lo tenía Álex Ibáñez, que hoy es un hombre. Lo es ahora y lo era entonces: "Yo con cuatro años ya sabía que iba a ser un hombre, y no había recibido ninguna información en la escuela, ni tenía referentes ni sabía nada de la transexualidad, ni de LGTB...".

Álex simplemente lo sabía y así lo explicó ayer en la mesa redonda celebrada en el Club Diario de Mallorca organizada por el ciclo del Grado Superior de Educación Infantil (IES Antoni Maura).

En 6º de Primaria le vino la regla y se generalizaron las actividades separadas por entre niños y niñas (o cuando la escuela marcaba esa división por ejemplo a la hora de decidir los disfraces para carnaval), un momento que para él (y para muchos 'trans' que es cuando parece que "dejan de encajar") fue el punto de inflexión: "El cuerpo con el que yo había soñado caía".

Su familia le dio libertad y apoyo, hizo la transición casi sin notarla. Hace años de esto: no existía el Protocolo Trans para alumnado trasexual y transgénero aprobado en 2016, algo que Álex cree que le podría haber ayudado aunque echa en falta en él la necesidad de divulgar referentes 'trans'.

Gloria Charry agradece el protocolo ya que sin él hubiera tenido "solo las palabras de su hijo" para plantear el tema de su identidad de género en su colegio.

A los 12 años vio que su hija sufría en las actividades a las que niños y niñas iban por separado, hasta que un día se lo dijo: "Yo soy un chico". Ella le abrazó y le preguntó por qué no se lo había dicho antes: "Es que yo tampoco lo sabía, mamá". Al ir al colegio encontró la red del Protocolo Trans y todo fluyó (con la ayuda de Chrysallis) como cree que debe ser: "Con naturalidad".

Jan Gómez, expresidente de la asociación Ben Amics, celebra el protocolo como un "primer paso", pero cree que no se ha desarrollado lo suficiente ni se le ha dado la misma difusión que a otros protocolos. Rechaza la lista de indicadores que recoge y critica que mantenga cierta visión "patologizante".

Concha Palou, profesora del Antoni Maura, señala que esta etapa es "clave" para cortar de raíz los estereotipos de género. A los futuros educadores, les recuerda la importancia de impartir una educación "respetuosa" con la identidad de cada niño y que tengan claro que "se puede ser niño y ser niña de muchas maneras".

Sandra Serra, representante de Feministes en Acció, también cree que el protocolo tiene ciertas "carencias" e insiste en la importancia de asumir la heterogeneidad del colectivo y de desechar la idea de que hay "itinerarios únicos". Ve básica la "coeducación" y recuerda: "¡A un niño también le puede gustar Frozen!".