Medianoche del 30 de marzo de 2019. En el Reino Unido, donde es una hora menos, acaba de materializarse el 'brexit', la ruptura del país, legal y económica, con la Unión Europea. Y la salida ha sido sin acuerdo, desordenada, después de que la Cámara de los Comunes tumbara el 15 de enero el Tratado de Retirada que la primera ministra, Theresa May, había acordado con la UE.

Ibiza entra en pánico, no por cómo afectará el 'brexit' al turismo procedente de ese país (su principal mercado extranjero), que lo hará, sino porque, de repente, inesperadamente, se ha quedado completamente aislada. La Comisión Europea ha otorgado un año de prórroga para que los vuelos procedentes de Gran Bretaña puedan aterrizar en el Viejo Continente... pero ojo, sólo los vuelos de punto a punto, desde Reino Unido a España. Aquellas compañías cuyo capital sea mayoritariamente británico ya no podrán operar vuelos intercomunitarios: ni entre Roma y Madrid, ni, y he ahí el grave problema, entre Barcelona e Ibiza o entre la isla y Madrid.

Y entre esas compañías se encuentran Iberia y Vueling, pertenecientes a International Airlines Group (IAG), que está en manos de capital británico. Es un golpe fatal para las Pitiusas, la peor de las pesadillas hecha realidad, ya que ambas aerolíneas acaparan la mayor parte de las conexiones de la isla con la Península, más el 60% en pleno mes de enero.

La Comisión Europea ya había recordado una y otra vez a IAG que o cambiaba de sede (la de su capital o la de su centro de vuelos) o desde el 30 de marzo sólo podría traer pasajeros a España desde Manchester o Londres. Como consecuencia, cientos de pasajeros ibicencos se quedan el 30 de marzo en tierra. Seis de cada 10 vuelos que unían diariamente es Codolar con la Península hasta el 29 de marzo, eran operados por Vueling o Iberia.

A 75 días de que se cumpla

A día de hoy, y si la Comisión Europea y el Reino Unido mantienen sus particulares órdagos, el próximo 30 de marzo (dentro de 75 días) se vivirá en Ibiza un escenario similar. La Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB) se percató a finales del pasado año de la posibilidad de que eso sucediera, cuando la Comisión Europea, visto que May lo tiene complicadísimo para sacar adelante el acuerdo al que había llegado, tomó posiciones el 19 de diciembre: «La Comisión sacó una propuesta legislativa y, en paralelo, una comunicación (una serie de orientaciones) que deben cumplir los Estados miembros. En el documento general se dice que si el día 29 de marzo los británicos salen sin acuerdo, se interrumpe el tráfico aéreo. Tal cual», avisa José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB por Ibiza y Formentera.

Eso sí, la Comisión prorroga durante un año «la situación actual», es decir, mantiene los derechos de tráfico, si bien las compañías aéreas británicas «sólo podrán volar de punto a punto». Es decir, desde un aeropuerto del Reino Unido a otro de Europa. De Heathrow (Londres) a es Codolar, por ejemplo. Hay un pero: en esa comunicación, la Comisión advierte de que aquellas aerolíneas cuyo capital sea mayoritariamente extracomunitario (más del 51%) perderán, desde las 23 horas GTM del 29 de marzo, y en caso de un 'brexit' sin acuerdo, el derecho a operar en el mercado de la Unión Europea, recuerda Roselló. Es decir, no podrán enlazar entre aeropuertos intracomunitarios (de Madrid a París o de París a Ibiza) ni en vuelos domésticos (de Bilbao a Ibiza, por ejemplo).

En manos de IAG

Las Pitiusas, cuyos enlaces aéreos con la Península dependen mayoritariamente de Iberia y Vueling, se verían trágicamente afectadas, ya que ambas están controladas por IAG, un holding cuya sede corporativa se halla en el aeropuerto de Heathrow, en Londres. Se da la paradoja de que Iberia o Vueling podrían operar desde Manchester a Ibiza, pero no desde la isla a Alicante, Madrid, Valencia, Palma o Barcelona, tal como hacen actualmente. «Bruselas -subraya al respecto Roselló- rechaza la componenda que se ha intentado hacer desde IAG para que parezca que Iberia es española. Para volar entre ciudades de la Unión, se exige que el capital sea mayoritariamente europeo o que el centro de dirección efectivo sea también europeo. Eso son palabras mayores, pues algunas compañías, como Iberia o Vueling, deberían tomar posiciones en el continente, como por ejemplo ha hecho Easyjet en previsión de que sucediera».

Aunque Iberia insiste en que es española y que su sede social y fiscal está en Madrid, la Comisión Europea no atiende a esas razones y, de momento, rechaza que tras el 29 de marzo opere como una compañía europea, lo que prácticamente dejaría sin vuelos domésticos a España.

Y especialmente a Ibiza. El pasado viernes, el 62% de los vuelos a la Península (20 de los 32 programados) fueron operados por Vueling o por Iberia. Los destinos, Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante y Palma. Si el veto a Iberia se prolongara a la temporada turística, si no hubiera antes una solución (por ejemplo, mediante otra prórroga adhoc concedida por la Comisión Europea, o su venta a otra aerolínea netamente europea), el verano se prevé muy complicado: por una parte, podría descender vertiginosamente la llegada de turistas británicos como consecuencia de la reducción de vuelos, la exigencia de visados y la más que probable devaluación de la libra; por otra, el principal mercado ibicenco, el español, se vería mermado por la desaparición de Iberia y Vueling de los vuelos domésticos. Difícilmente, otras líneas aéreas podrían cubrir ese hueco.

Aunque el cónsul británico en Balears, Lloyd Milen, y representantes de turoperadores británicos dijeron en el pasado foro turístico de Santa Eulària que confiaban en que se pudieran paliar los efectos de un 'brexit' a las bravas mediante acuerdos bilaterales entre Gran Bretaña y cada uno de los países miembros, en nuestro caso España, la Comisión Europea advirtió el pasado 19 de diciembre que de eso, naranjas de la China, según recuerda el vicepresidente de la CAEB: «La Comisión Europea advierte a los Estados miembros que se abstengan de tomar iniciativas bilaterales con el Reino Unido».

Sin concesiones

Es más, incluso esa prórroga de un año a los vuelos directos desde las islas británicas hasta Europa tiene una condición: la reciprocidad. Es decir, que el Reino Unido haga lo propio con Europa y permita que sus compañías operen con los aeropuertos de Londres, Glasgow o Manchester. Y eso, en la actual situación y dado que Theresa May no cuenta con grandes apoyos, está por ver que se cumpla. Si depende de los euroescépticos y de los unionistas norirlandeses, la ruptura será total. Sin concesiones ni reciprocidades.