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La convivencia entre formación y trabajo

La formación reglada y su necesaria incrustación en la práctica laboral efectiva, como parte del mismo aprendizaje, tienen ensamblaje complejo y se desarrollan muchas veces en el taller de la ambigüedad y la confusión. Eso, en el supuesto de que no se den abusos y explotaciones mayores.

El revuelo que está ocasionando el decreto del Gobierno por el que se incluirá a estudiantes de formación profesional y grado universitario en el régimen de cotizaciones de la Seguridad Social, es la última expresión de un panorama que, cuando menos, necesita mayor claridad y transparencia.

Todo es muy ambiguo todavía. El reglamento que desarrolle el decreto será clave. Con él, cada una de las partes afectadas podrá determinar mejor su posición y saber a qué atenerse. De momento, como en tantas otras ocasiones, la UIB ha sido pillada desprevenida, la CAEB rechaza de plano esta iniciativa gubernamental, mientras que la PIMEM y los sindicatos la ven con buenos ojos.

Desde una perspectiva más amplia, la del ciudadano común y la de los estudiantes con ansias de consolidación profesional, parece coherente la incorporación de los becarios a la cotización laboral. Es una práctica más, efectiva, un modo de tocar el suelo con los pies, tanto para ellos como para las empresas. Es la implicación del estudiante en los derechos y deberes del mundo laboral.

La jornada reducida de los becarios impondrá cuotas menores. Si se produce el "efecto cobra" que apunta el presidente de la CEOE, con menor oferta empresarial, será la demostración de que el sistema actual está viciado y de que los sindicatos no andan mal encaminados al hablar de fraude y sobreexplotación de becarios.

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