El malestar existente entre sindicatos y patronales de las islas con la gestión desarrollada por Rosario Mora como jefa de la Inspección de Trabajo de Balears ha llevado a ésta a dimitir, cuando ya se llevaba algún tiempo buscando a un sustituto ante la presión ejercida por los agentes sociales y el propio Govern, según fuentes de los primeros. El cargo ha pasado a estar ocupado de forma provisional por Pere Aguiló, que ya estuvo al frente del citado cuerpo entre 2010 y 2012 y fue conseller de Trabajo durante unos pocos meses, aunque el secretario general de CCOO en las islas, José Luis García, ya ha comunicado su esperanza de que ese nombramiento pase a ser permanente.

La dimisión de Mora se ha producido cuando su salida de la Jefatura Provincial era ya inevitable, especialmente tras la entrada del PSOE en el Gobierno central. Tanto los sindicatos como algunas patronales llevaban tiempo manteniendo una postura muy crítica debido al aislamiento que ésta mantenía, y que en el caso de los primeros cerraba la puerta a intercambiar información sobre la evolución de los casos de fraude laboral en el archipiélago, con el fin de poder planificar campañas de inspección para combatirlos.

Los sindicatos reconocen que la postura de Rosario Mora "no era ideológica, sino debida a su concepción extremadamente técnica de la Inspección, que es legítima, pero que se había convertido en un obstáculo", según apunta alguno de sus responsables. El problema se hacía especialmente intenso en zonas de las islas con mayor grado de estacionalidad, como Eivissa, ya que "no tenía sentido que los inspectores llegaran para hacer los controles cuando los hoteles ya estaban cerrados".

En el caso concreto de los sindicatos, el problema derivado de esa falta de comunicación era la imposibilidad de comunicar a los responsables de la Inspección de Trabajo en las islas los casos de fraude laboral que los asalariados estaban denunciando de forma más habitual, como las irregularidades en materia de temporalidad y de horarios, con el fin de planificar posibles medidas para poner freno a su crecimiento.

Ante este tipo de situaciones, la solución que se venía empleando por parte de CCOO y de UGT era la de facilitar esa información a la directora general de Trabajo del Govern, Isabel Castro, para que ésta la hiciera llegar a Rosario Mora. Esta intermediación no era una vía óptima, según se asegura, especialmente porque tampoco la comunicación entre la jefa provincial y los responsables de la Conselleria era fluida.

Pero también desde algunas organizaciones empresariales se lamenta la política de 'puerta cerrada' que mantenía la responsable de la Inspección, y se apunta incluso el haber vivido alguna situación tensa por este motivo.

El malestar que todo ello estaba generando llevó a que desde la conselleria de Trabajo se reclamara también en Madrid un relevo al frente de la Inspección, una vez registrado el cambio de color político en el Ejecutivo estatal tras la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia.

Hay un punto sobre el que se insiste incluso por parte de las personas más críticas con la gestión de Rosario Mora: "Técnicamente es muy buena, y el problema se centra en su incapacidad para mantener una comunicación fluida". Incluso entre el personal de la Inspección cuenta con defensores y detractores, sin que haya unanimidad a la hora de valorar la labor desarrollada por la jefa provincial saliente.

El aislamiento de la Inspección

La Inspección de Trabajo de Balears ha vivido durante los últimos años una fase de aislamiento a la hora de exponer públicamente la labor que desarrolla, que contrasta con la política de puertas abiertas que históricamente había desarrollado con jefes como Francisco Badenes o Pablo Páramo. Precisamente Pere Aguiló fue el último en mantener esa línea (ocupó el cargo entre 2010 y 2012), que se vio rota con su cese y la llegada de Emilia Fortes a la Jefatura, donde permaneció poco más de un año ante las tensiones que vivió con buena parte de su propia plantilla.

En 2013 se puso al frente de la Inspección balear Rosario Mora, y las expectativas que generó fueron inicialmente buenas, al conllevar el cierre de la etapa de Fortes, considerada como la más negativa en esta Jefatura Provincial. Sin embargo, las relaciones con los agentes sociales y con parte del cuerpo de Inspección se fueron deteriorando con rapidez hasta concluir con el citado relevo.