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Sebastià Serra: "La situación de la vivienda en Balears es escandalosa"

"Hay más trabajo pero en peores condiciones porque hemos precarizado el empleo" - "Las peticiones de ayuda que recibimos siguen creciendo"

Serra anuncia una campaña de Càritas para combatir los mensajes xenófobos que están proliferando. B. Ramon

La economía balear crece por encima de la media española. ¿Eso está conllevando una reducción en la demanda de ayuda social?

Las peticiones de ayuda que recibimos en Càritas Mallorca están creciendo respecto al año pasado. En los centros de distribución de alimentos también está aumentando el número de personas que atendemos.

En una comunidad autónoma que acumula ya varias temporadas turísticas de récord ¿qué está pasando para que no se logre reducir la pobreza?

La población en riesgo de exclusión social en las islas ha subido en un año y alcanza ya al 25%. Además, se ha feminizado, hay más mujeres, y han aumentado las diferencias sociales, es decir, los ricos son más ricos pero los pobres son más pobres. En ocasiones disponer de un empleo no basta para salir de la pobreza. Me recuerda la situación que se vivía en los años 60 y 70, cuando el pluriempleo era algo habitual. Ahora lo que tenemos es la figura del trabajador pobre, y un mileurista casi ha pasado a ser un señor. Lo que está pasando es que la riqueza que se genera no se redistribuye correctamente, sino que se está acumulando en unos estratos sociales mientras desaparece la clase media.

Pero la riqueza crece. ¿Los salarios están a la altura?

Un 39% de los baleares gana menos de mil euros mensuales. Y es un porcentaje que no ha dejado de crecer.

Sin embargo, hay más empleo y la temporada turística se está alargando. ¿Esto no alivia esta situación?

Es cierto. Hay más trabajo, pero en peores condiciones. Uno de los ejemplos más dramáticos es el de las trabajadoras del aeropuerto, que están contratadas por horas, limpian un avión, luego están paradas dos horas, y solo cobran el tiempo en el que estan en activo, o los de restauración. Recuerdo el caso de una paciente que vivía sola con una hija, a la que le dije que tenía que darla la baja por tener unas anginas y que ella rechazaba porque decía que la iban a despedir. Hemos precarizado el empleo. Voy a poner otro ejemplo que he vivido: atendí a una chica de 22 o 23 años que me explicó que había ido a una entrevista de trabajo y a la que pusieron junto a una mujer de 40 años con tres hijos, a la que ofrecieron 800 euros y a la que le dijeron que si no aceptaba el puesto, se lo iban a dar a la joven. Eso ya me parece sadismo.

¿De esta crisis se ha salido dejando en la cuneta a algunos colectivos concretos, como parados de mayor edad o mujeres?

Sí. De hecho, la dificultad para encontrar trabajo es mayor entre algunas de estas personas. En nuestra área de orientación e intermediación laboral se ha atendido a 2.346 personas, de las cuales 958 son mayores de 45 años y 1.642 son mujeres. La infancia también es un factor de riesgo. Los hogares con niños padecen más peligro de exclusión social. Los casos más graves son las de mujeres que viven solas con sus hijos.

¿Todo ello agravado por una vivienda que comienza a resultar inaccesible para una buena parte de los isleños?

La población afectada por el problema de exclusión residencial es en España un 24% y en Balears un 28%. En cuanto a vivienda insegura, como aquella en la que no se tiene contrato de arrendamiento sino que se comparte o con amenaza de violencia de género, la tasa en España es del 5% de la población y en las islas es del 8%. Y la vivienda inadecuada, como chabolas o con problemas de hacinamiento, afecta de media a un 10% de la población española y en la balear este porcentaje crece hasta el 11%. Los datos sobre la situación de la vivienda en Balears comienzan a ser escandalosos. Yo soy médico y he vivido situaciones de pacientes que se han visto obligados a abandonar su residencia habitual e irse a vivir con los padres o con algún hermano. Por eso en Càritas Mallorca estamos analizando este tema como uno de nuestros principales ejes de actuación para 2019. Tenemos cuatro pisos propiedad de Càritas para alquiler social. Lo que estamos estudiando es cómo disponer de más medios para actuar en esta materia. Ya estamos dando ayudas para pagar alquileres o suministros de la vivienda, y estamos proyectando la puesta en marcha de un piso en Inca para personas que, por ejemplo, han sido desahuciadas, para que les sirva de puente hasta que encuentren otra residencia.

¿El problema de la vivienda se está convirtiendo en el más grave de Mallorca?

Es el problema más importante. Esta semana firmamos un convenio de colaboración con una cadena hotelera y sus responsables nos señalaron las dificultades que están teniendo a la hora de obtener alojamiento para sus trabajadores, es decir, para gente que dispone de un sueldo. También es conocido el problema de los Juzgados para cubrir sus plantillas porque los funcionarios no quieren venir alegando que los pisos son muy caros. El problema es que la vivienda ha dejado de ser un derecho para convertirse en una inversión de la que se intenta obtener el mayor beneficio posible.

Desde algunas organizaciones señalan como caso especialmente grave el de las personas mayores que se ven expulsadas de su residencia habitual y de su barrio de toda la vida porque ya no pueden pagar los alquileres.

Es una situación que todos estamos detectando. También en mi trabajo como médico me he encontrado con casos de mujeres que se veían obligadas a seguir viviendo con su exmaridos, con una relación muy difícil, porque no podían pagar otra residencia. Hemos detectado igualmente situaciones de familias que se juntan comparten una vivienda para poder pagar el alquiler.

¿Cuál es el perfil de las personas que acuden a pedir ayuda?

El 60% son mujeres, y un 14% son hogares monoparentales. Antes hemos comentado que el 25% de la población balear padece riesgo de exclusión social, pues bien, este porcentaje es de un 23% entre los hombres y de un 26% en las mujeres.

Están apareciendo nuevas formaciones políticas que ponen el punto de mira en el rechazo a los migrantes, y entre sus argumentos está el que éstos reciben todas las ayudas.

Esa tesis no es cierta. El 42,9% de las personas que atendemos son españolas. Y eso a pesar de que tenemos programas muy orientados a los migrantes sin papeles, una situación que los españoles no viven. La ayuda llega a todos.

Le voy a enumerar una serie de apartados sobre los que Càritas trabaja, y quisiera que me dijera si las peticiones que reciben aumentan o comienzan a descender. El primero es el de la demanda de alimentos.

Crece. Disponemos de centros de distribución, y el repunte que se ha dado es importante. Se está planteando, incluso a nivel de Cáritas España, buscar otras alternativas. Los alimentos que nos llegan de la Unión Europea, como es el caso de la leche, en ocasiones están próximos a caducar, así que lo que nos planteamos es fomentar la producción local. Más que recogida de alimentos, estamos analizando si sería mejor recoger dinero y comprar estos productos aquí. Nosotros también hemos introducido productos de higiene en este tipo de ayudas.

Demanda de empleo.

En este caso detectamos un cierto alivio. Tenemos un servicio de mediación, y este año 297 personas han encontrado un empleo a través de él. Además, ahora hacemos un seguimiento para comprobar que se hacen contratos y no quedan en situación irregular. Algunas empresas nos comentan que están teniendo problemas para encontrar todo el personal que necesitan. Tenemos un taller de reparación de embarcaciones, con cuatro o cinco plazas en cada curso, y al acabar todos tienen un trabajo garantizado.

Ayudas económicas.

Se mantiene la demanda, sobre todo las que se necesitan para llegar a final de mes o para pagar suministros del hogar, como luz o agua. En este caso, estas peticiones son especialmente intensas entre el colectivo de migrantes en situación irregular.

Talleres de formación.

Crece la demanda. Este año han venido 249 personas. Cuanta más cualificación, menos complicado resulta encontrar un puesto de trabajo.

¿En qué situación se encuentran los menores de Mallorca?

Hay un estudio que señala que la media de menores en situación de exclusión en España es de un 23%, y en Baleares del 27%. Eso nos convierte en la tercera autonomía con mayor riesgo de exclusión de menores, solo por detrás de Canarias y Aragón. La tasa de menores que viven en una vivienda inadecuada o insegura es en Balears del 9%, y en España es de un 7%.

Eso en la autonomía que primero salio de la crisis.

Sí, pero eso también ha hecho que más gente venga desde otras comunidades a buscar un empleo al estar en su región en una situación de precariedad. Cuando estás desesperado en un sitio, buscas otro a donde ir.

La crisis ha provocado dos fenómenos que en cierta forma tienen un carácter opuesto. Uno de ellos es el aumento del voluntariado y de la solidaridad.

Nosotros tuvimos el año pasado cerca de mil voluntarios, más o menos constantes. Nos movemos mucho por el corazón, como se ha visto en las inundaciones del Llevant mallorquín, con unas muestras de solidaridad espectaculares. El problema es mantenerla. Lo que nos preocupa ahora es la edad de esos voluntarios porque muchos son mayores aunque tienen una fuerza enorme. Hay gente de 80 años que está haciendo voluntariado, pero hay que potenciar el relevo generacional.

El contraste es que según su antecesora en el cargo, Margalida Riutort, también se ha dado un retroceso en los valores, con casos de explotación laboral que no se veían desde los años 60.

Son los ejemplos que antes he puesto. A mí lo que me molesta es el doble discurso: por un lado queda muy bien que las empresas hagan demostraciones externas de solidaridad, pero también su trato debe de ser justo con sus trabajadores. Este doble mensaje nos preocupa: soy muy solidario, pero también tengo a gente explotada.

¿Qué planes tiene Càritas Mallorca para 2019 además de impulsar las ayudas relacionadas con la vivienda?

Vamos a trabajar en la empresa de reinserción laboral que creamos y que recoge ropa para potenciar la labor que realiza. Y nos preocupa mucho cómo afrontar el incremento de los discursos xenófobos, porque queremos quitarles la razón con datos.

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