Un matrimonio residente en Formentera se disponía el viernes a viajar a Madrid en el vuelo de Ryanair FR535 para después volar a Marruecos con sus dos hijos: una chica de 16 y un chico de 17 años. Es un viaje que realizan cada año para pasar las Navidades en el país de la madre.

El niño sufre microcefalia e hiperactividad y cuando se encontraba en la puerta de embarque del aeropuerto de Ibiza padeció un ataque de ansiedad.

"Se puso muy nervioso y empezó a dar manotazos a sus padres. Es un joven grande pero con una mentalidad de un niño de dos años, por lo que no sabe diferenciar lo que está bien y lo que está mal", cuenta su prima, Turia González. Fue una situación algo violenta, pero "el resto de pasajeros mostraron mucha empatía con la familia y la situación que estaban viviendo, no así los empleados de Ryanair que tenían que embarcarlos, que se escondían como si mi primo fuese un animal", añade.

Antes de embarcar ya estaba tranquilo

Entre los pasajeros de ese mismo vuelo se encontraba una médica francesa que, al percatarse de la situación, les ofreció a los padres un tranquilizante para el joven. Tras tomarlo, se calmó y el pasaje embarcó con normalidad.

La sorpresa de la familia llegó cuando, ya sentados en el avión, una azafata se les acercó y les comunicó que si el chico, que seguía muy tranquilo, no bajaba del avión, el piloto había decidido no despegar. "Mis tíos le dijeron que no se iban a bajar y algunos pasajeros empezaron a criticar lo que estaba haciendo la compañía. Incluso hubo quien se puso a grabar con el móvil todo lo que estaba ocurriendo. Mi tía lloraba y se sentía tremendamente humillada, pero la azafata insistía en que si no bajaba con mi primo, no volaba nadie", cuenta Turia.

Ante la negativa de la familia a abandonar el avión, el comandante llamó a la Guardia Civil para que procediera a desalojarlos. "Cuando llegaron los agentes no entendían por qué tenían que echar a mi primo. Lo único que vieron fue a un niño discapacitado sentado tranquilamente en su sitio, pero le comunicaron a la familia que ellos tenían que acatar las órdenes del comandante, así que mi tía y mi primo bajaron del avión, ambos llorando". El padre y su otra hija no lo hicieron, para no perder los cuatro billetes.

Ana González, originaria de Ávila que se encontraba en el mismo vuelo junto a su hermana tras pasar un fin de semana en Ibiza, cuenta a Diario de Ibiza -del mismo grupo editor que Diario de Mallorca- que "hacía mucho tiempo que no presenciaba una situación tan desagradable y ultrajante. Fue una vulneración clara de los derechos de un discapacitado". González, que en Ávila trabaja con discapacitados físicos y mentales, asegura que "el joven estaba absolutamente tranquilo, no había ninguna razón para desalojarlo del avión. Imagino que para el chaval emocionalmente habrá sido una situación terrible. ¿Y si un bebé se hubiese puesto a llorar y chillar, también lo hubiesen echado?", se pregunta.

Humillación

"Mi tía y mi primo bajaron del avión e inmediatamente se fueron del aeropuerto. Ella se sentía tan humillada que lo único que quería era salir de allí", cuenta Turia González. "Una vez ya más tranquilos fuimos a la Guardia Civil para interponer una denuncia, pero nos dijeron que al no tratarse de un delito penal no podíamos hacerlo y nos recomendaron poner una reclamación en AENA", el organismo que gestiona los aeropuertos de interés general, entre ellos el de Ibiza.

La familia ha enviado a Diario de Ibiza una copia de la reclamación con fecha del pasado 17 de diciembre (un día después de lo ocurrido) y ahora están a la espera de una respuesta de Ryanair. También se ha puesto otra reclamación desde Marruecos.

La madre y su hijo han regresado a Formentera y, tal y como cuenta Turia, "no creo que vayan a intentar viajar de nuevo, así que la familia pasará las Navidades separada por culpa de Ryanair".

Diario de Ibiza se ha puesto en contacto con la compañía para que ofreciera su versión, pero de momento no la ha dado.