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El cuarto de baño mide la limpieza de la cocina

El cuarto de baño mide la limpieza de la cocina

Un director general de Salud del PP confesaba tras cuatro años de ejercicio que "he aprendido una cosa en el cargo, nunca comeré en el restaurante de una nacionalidad determinada". Este político se siente protegido, pero no ha trasladado su información a la ciudadanía que pagó su desempeño.

El número de restaurantes cerrados por el Govern contrasta con épocas de laxitud. Sin embargo, se desconoce el nombre de establecimientos que han puesto en peligro la salud de su clientela, un dato que debería ser público. Tampoco se impide al propietario de un local infecto la apertura al día siguiente de otro restaurante en el portal adyacente, porque las medidas inquisitoriales se reservan para la protección de la infancia.

Dado que el Govern se molesta en puntuar a los restaurantes de cero a cinco, no se debería hurtar a los clientes esta calificación, al menos tan reseñable como las estrellas de TripAdvisor. De nuevo, los ciudadanos tienen derecho a una investigación que pagan.

Debido a estas carencias, el ciudadano se siente desamparado, pese a los esfuerzos del Govern refugiados en el anonimato. Sin embargo, se pueden aplicar reglas aproximadas para averiguar la higiene de un establecimiento de comidas. Anthony Bourdain, el chef que se suicidó tras dejar en herencia Kitchen confidential, probablemente el mejor libro contra la cocina de la historia, corta el nudo gordiano en su obra maestra. "Si quieres saber la limpieza de un restaurante, visita el cuarto de baño, y ten en cuenta que una cocina es mucho más difícil de limpiar".

Contra toda prevención, comer en grupo es la única actividad cultural colectiva. Compartir el menú con las ratas no molesta a la generación de Ratatouille.

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