Carlos Piñeiro, médico de familia que coordina los programas de Salud Pública del centro de salud principal de Narón, municipio coruñés de 40.000 habitantes, realizó hace años un estudio para calibrar los factores de riesgo cardiovascular de su población.

"El sedentarismo era importante entre el 38% de la población, que también padecía de hipertensión, sobrepeso, diabetes... Unas tres mil personas tenían obesidad y unas 9.000 sobrepeso sobre un censo total de 40.000. Además, comprobamos que cada diez años se agravaba la situación, se incrementaba la población en esa situación. Por eso concluimos que algo estaba fallando en el patrón alimenticio y en el estilo de vida", comienza el médico gallego su relato.

Por ello, desde el pasado 1 de enero este facultativo ha puesto en marcha dos iniciativas. La primera de ellas, para promover la salud cardiovascular de sus vecinos. Y la segunda, solidaria. Por cada kilo que adelgacen con medidas comunitarias han de donar un litro de leche o un kilo de productos no perecederos a un banco de alimentos para personas en riesgo de exclusión social.

"Hemos iniciado un proyecto para mejorar el patrón alimenticio y la actividad física de 1.200 niños, 4.500 adultos y unas 500 personas mayores de 70 años con problemas de obesidad", identifica el doctor Piñeiro su población diana.

Dieta Ártabra

Aunque a cada paciente se le ha prescrito una dieta individualizada en función de su constitución y problemática y se le ha recomendado que realice una actividad física específica, a todos ellos se les ha emplazado a seguir la dieta Ártabra que, como la Mediterránea, busca recuperar la tradicional forma de comer de la cornisa Atlántica.

"La dieta Ártabra consistía en un mayor consumo de pescado y de mariscos, sobre todo moluscos que son más asequibles, de lechugas, grelos y nabizas en general, y de frutas", explica el facultativo sin descartar el consumo de carne ya que, subraya, "el vacuno gallego, la ternera de ocho meses, contiene tanto omega 3 como el pescado azul".

Y recalca Carlos Piñeiro que se trata de un proyecto comunitario en el que, enumera, participan 14 centros sociales en los que se programan talleres de actividad física, de nutrición y de cocina impartidos por especialistas y por nueve cocineros voluntarios de la zona que ofrecen consejos para mejorar una alimentación nutricionalmente no muy saludable.

"Aquí (en el municipio gallego) se da un exceso de consumo de grasas saturadas de origen animal y se come mucho, mucho pan. Se estima que cada persona ingiere una barra diaria que por sí sola supone 1.000 calorías", explica el médico de familia para justificar unos talleres en los que se educa en cuestiones de alimentación y se recuperan platos antiguos.

"Aunque las dietas se realizan de manera personalizada para cada paciente en función de cuánto consume y cuánto gasta", reitera Piñeiro.

Para evitar el excesivo sedentarismo detectado entre la población de Narón, este médico comunitario considera "un lujo" poder disponer de un circuito cerrado y techado de 560 metros en el cercano campo de fútbol municipal de Ferrol. "En Galicia llueve mucho y eso desincentiva a la gente de salir a caminar", argumenta.

Asimismo, para conseguir una "adherencia terapéutica" a su prescripción de caminar más de diez mil pasos diarios, el propio médico se pone un calzado cómodo y sale a caminar a las 7 de cada mañana durante cincuenta minutos con un grupo de pacientes.

Con los niños se intenta inculcarles buenas costumbres alimenticias y deportivas desde la escuela. "Se vigila qué alimentos llevan al cole y se les da consejos para mejorarlos de manera que ellos, con el paso del tiempo, marquen cuál será la dieta del futuro en la zona", confía.

En lo referente a la educación física, aunque las escuelas públicas ofrecen tan solo dos horas lectivas a la semana de esta asignatura, el doctor Piñeiro aconseja que se incrementen hasta las cinco horas semanales y que, además, los alumnos realicen pausas activas, esto es, que al menos dediquen diez minutos de cada hora a una actividad física.

Este proyecto piloto comenzó en enero de este año y se prolongará a lo largo de todo 2019. "Con todos los colectivos con los que estamos trabajando, niños, adultos y mayores de 70, el objetivo es que rebajen al menos un 10% de su peso, un 5% por año. Y, por término medio, cada uno deberá adelgazar unos 8 kilos en los dos años del programa para alcanzar los cien mil kilos menos, lo que no implica un esfuerzo excesivo", estima el médico de cabecera.

Arranca la liga 'Motivos de peso'

Y, además, Piñeiro recalca que el hecho de que sea un adelgazamiento comunitario y solidario (por la entrega de alimentos por cada kilo perdido) "anima más a la gente a participar".

Y desde el próximo mes de enero arrancará la liga Motivos de peso a la que hasta el momento se han inscrito 18 equipos formados por entre 10 y 20 personas cada uno y que otorgará puntos en función de la consecución de ciertos objetivos. Así, explica el promotor de la iniciativa, se concederá un punto a cada participante que consuma menos de 25 gramos de azúcar al día o menos de 5 gramos de sal por jornada o que, por ejemplo, camine más de 8.000 pasos diarios.

"Habrá 10 variables, todas ellas saludables para prevenir eventos cardiovasculares", concluye Piñeiro, que acaba de visitar Mallorca para promocionar iniciativas comunitarias de este tipo ya que, cifra, su aplicación en todos los centros de salud del país ahorrarían entre 6.000 y 8.000 millones de euros anuales en gastos sanitarios al Sistema Nacional de Salud.