"El asma es una enfermedad inflamatoria crónica que va y viene y su tratamiento pasa por tomar de forma regular un corticoide inhalado. Este tratamiento, que es antiinflamatorio, precisa en ocasiones de rescates rescatesen épocas de crisis. Para estos apoyos puntuales se usan broncodilatadores de corta duración", comienza el doctor Miguel Román, médico de familia del grupo de enfermedades respiratorias de la Societat Balear de Medicina de Família i Comunitària (Ibamfic).

Para informar a médicos y enfermeras de los centros de salud, el viernes de la semana pasada se presentaron las conclusiones de un estudio aún no publicado. Un informe realizado con los datos incluidos en las historias clínicas de unos 70.000 pacientes con asma o EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) entre los años 2012 y 2015.

Este especialista, que cifra en un 3,8% de la población adulta de las islas el colectivo afectado por el asma, unas 50.000 personas mayores de 18 años, no sabe contestar a la pregunta de cuántos niños están diagnosticados de esta enfermedad respiratoria. "En los niños es más prevalente. Se estima que afecta a entre un 8% y un 10% de la población infantil. El problema es que con ellos suelen desaparecer los síntomas cuando crecen y no se sabe con exactitud en cuántos persiste la enfermedad", explica.

Para realizar el estudio revisaron las anotaciones y prescripciones realizadas por sus médicos de cabecera en las historias clínicas de estas 50.000 personas diagnosticadas de asma. Y comprobaron que al menos 7.648 pacientes habían retirado de las farmacias al menos un envase de estos broncodilatadores en los últimos dos años. Y, lo que es más preocupante, que un 12,4% de ellos lo habían hecho hasta 8 veces al año.

"Este dato nos permitió concluir que hay pacientes que basan todo el tratamiento de su asma en estos broncodilatadores cuando deberían ser tan solo un apoyo puntual en los momentos en que se recrudezcan los síntomas", advierte el especialista recordando que está documentado que "aumenta la mortalidad en aquellos pacientes que consumen más de doce envases al año. Un envase al mes es muchísimo".

Y su estudio ha concluido que en ese 12,4% de pacientes que consumieron más de 8 envases al año aumentó significativamente el riesgo de acabar hospitalizados a causa de la exacerbación de una crisis asmática. "Un envase de ventolin contiene 200 dosis y durante una crisis una persona puede necesitar 16 inhalaciones al día. Lo que no quita que usar 8 envases al año sea una barbaridad", revela.

"El problema es que no hay campo de mejora entre quienes no siguen el tratamiento antiinflamatorio, y por lo tanto están mal controlados, y abusan de estos broncodilatadores. Porque cuando necesitan este medicamento ante una crisis, no hay capacidad de rescate y acaban en el hospital", concluye el especialista.