La Guardia Civil sostenía que Alexander Romano no era más que un empleado de confianza, que fue utilizado para figurar como propietario del hotel Mar i Pins, pero que el verdadero propietario de este establecimiento era un conocido y poderoso político ruso. Se refería a Alexander Torshin, una persona que llegó a ser el vicepresidente del senado ruso y a quien se le sitúa como una de las personas más próximas a Putin. De hecho, tuvo que renunciar a su cargo de senador porque Putin le ofreció ser jefe adjunto del banco central de Rusia. A Torshin también se le investigó por su buena relación con Donald Trump y se apuntó que podría haber influido en las elecciones presidenciales de EE UU