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Opinión

Un alquiler tan caro como inaccesible

La interinidad acentúa en los últimos tiempos sus condiciones de precariedad. Lo hace en los dos ámbitos que le son más propios y en los que se da con mayor peso, el trabajo y la vivienda. La inestabilidad es el denominador común de los contratos laborales en boga y, por lo que respecta al techo imprescindible, qué decir, después de tanto desahucio por impago y tanto drama personal asociado. Estamos ante la alteración del sentido común y de dos derechos elementales a la deriva. Esta condición esencial también la reconoce la Constitución, pero no se aprecia tanto empeño en defenderla, en comparación con la actitud que adopta la clase política en otras cuestiones.

Hoy nos ocupa la vivienda y, más en concreto, el alquiler. Resulta que el 80% de los desahucios actuales lo son por impago de la renta mensual. Se han invertido los términos en relación a la intervención de la casa por no poder hacer frente a la hipoteca. No es que la gente las pague mejor hoy en día. Resulta, por contra, que los bancos ya han arrasado en cuanto a ejecuciones hipotecarias. No se ha acabado el problema, se ha transferido a un arrendamiento urbano que no resulta solo muy caro, se ha vuelto inaccesible por escaso.

La burbuja del alquiler arrincona hoy a muchos en la impotencia y la dispersión familiar o los remite a la movilidad constante y a la estricta precariedad de la incertidumbre permanente. Ya no son extraños los casos de parejas que no pueden vivir juntas por imposibilidad de hallar un piso para alquilar como residencia estable.

Ante todo lo dicho, pocos remedios quedan al margen de la inventiva o la ocurrencia. La necesidad motiva el ingenio y el sentido práctico. Siempre ha sido así y también pasa en cuestiones de vivienda. En estas páginas se cuenta el caso de una demanda de alquiler a cambio de rehabilitación de la vivienda. El albañil candidato a inquilino se presta a ponerse manos a la obra como pago de la estancia. Pero no todo el mundo es un manitas y sí todo el mundo tiene derecho a casa estable.

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