Ante un problema, hay personas que se ven desbordadas por sus emociones y, si no tienen herramientas de gestión emocional, no saben encontrar una salida. En esa situación, la droga o el alcohol se aparece para ellas como un (falso) refugio, una problemática que la sociedad ya tiene detectada y que sabe que requiere un tratamiento. Para otras personas la (falsa) solución es la comida, una adicción aún poco conocida.

En EEUU la detectaron antes. Ya en 1960 nació la asociación de Comedores Compulsivos Anónimos (OA, en sus siglas en inglés), entidad que después se constituyó en España y que también tiene su representación en Mallorca. La isla acogió ayer un encuentro de unos 70 miembros de la asociación de todo el país; una jornada abierta a cualquiera que esté interesada en tener más información sobre este trastorno.

Comer compulsivamente es una manera de "tapar el dolor" y se engloba dentro de los llamados trastornos de la conducta alimentaria atípicos (TCNA), donde se engloba el trastorno por atracón y también los episodios de anorexia y bulimia 'no puros'.

Además de los atracones, la asociación señala que entre los síntomas se encuentra el "matarse de hambre" o provocarse el vómito después de comer; el exceso de ejercicio; la incapacidad para parar de comer ciertos alimentos tras dar el primer bocado; usar la comida como recompensa o consuelo; el abuso de laxantes o diuréticos; el usar píldoras, inyecciones u otras intervenciones médicas de control de peso; la debilidad por las dietas que suponen una rápida pérdida de peso; o la preocupación constante por la comida

Las consecuencias negativas de la adicción compulsiva son muchas, empezando por el sobrepeso y todo los problemas de salud derivados (diabetes, problemas cardiovasculares...). También puede producirse justo el efecto contrario: algunos comedores compulsivos se castigan sin comer y hacen peligrosos ayunos que suponen una pérdida de masa corporal.

Según explica María, una portavoz que no da su nombre completo por el anonimato que rige en la entidad, OA acompaña y ayuda a las personas que sufren este trastorno adaptando la metodología que usan en Alcohólicos Anónimos. Su sistema consta de nueve herramientas y una de ellas, muy importante, son las reuniones. En Mallorca tienen tres puntos de encuentro: dos en Palma y uno en Manacor. Las reuniones se celebran por lo general en parroquias y locales vinculados a la Iglesia, pero desde la web de AO se remarca que no es una organización religiosa.

En dicha web (comedorescompulsivos.es) se señala también que OA no promueve ninguna dieta concreta sino que el objetivo es "ayudar y orientar" a los usuarios a mejorar su "bienestar físico, emocional y espiritual".