Entre un 6% de la población masculina de Mallorca, y de las islas en general, y un 2% de la población femenina presentan patologías provocadas por sus ciberadicciones sexuales. Patologías que pueden manifestarse como disfunciones eréctiles al no cumplirse sus expectativas al mantener relaciones sexuales reales o pérdida de deseo sexual.

Quien aporta este dato es Joan Mir, único médico de las islas que participa en el Grupo de Sexología nacional de la SEMERGEN (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria) y responsable de Espai Terapeutic, centro privado especializado en salud sexual y terapia de pareja.

Y el doctor Mir, que corrobora de esta manera esta tendencia apuntada por la empresa especializada en salud sexual masculina Boston Medical Group, subraya que estos datos, fruto de los últimos estudios y datos recabados por él mismo, "son solo la punta del iceberg. En el caso de los hombres, la ciberadicción sexual pasa por frecuentar las web de tipo pornográfico. Por contra, las mujeres prefieren acceder a los chats de tinte erótico", diferencia el especialista.

"Se trata de una patología muy silenciosa. Normalmente, los pacientes vienen a la consulta empujados por su mujer y ante la amenaza de un inminente divorcio o porque han gastado una cantidad ingente de dinero satisfaciendo su ciberadicción sexual", explica este médico de familia que dirige los cursos de salud sexual que imparte el Colegio de Médicos de las islas (COMIB).

"Es una patología inconfensable que está yendo a más. No hay que olvidar que se practica detrás de un smartphone o un ordenador y que es una actividad anónima, barata, accesible y fácil. Y que no requiere ningún tipo de compromiso por parte del usuario ni conlleva un riesgo de trasmisión de alguna enfermedad sexual", enumera las "ventajas" de la pornografía digital.

Una pornografía que, advierte el doctor Mir, "genera patrones de comportamiento sexual irreales que luego conducen a la frustración y puede llegar a provocar disfunciones eréctiles o la disminución del apetito sexual hasta el punto de llegar a evitar los contactos sexuales con su pareja habitual porque están saciados por sus conductas masturbatorias".

El doctor Mir concluye que todo este auge del cibersexo "es un asunto penoso ya que la gente que accede a estos contenidos no se divierte con ellos, tan solo consigue saciar momentáneamente su ansiedad. Estamos hablando de personas que son enfermos graves a los que en ocasiones su adicción les provoca graves problemas como puede ser la pérdida de su trabajo por acceder a estas páginas durante su horario laboral".

El especialista acaba revelando que, en estos momentos, trata en su consulta a una "persona muy conocida que ha gastado más de cien mil euros en el último año intentando reproducir las fantasías sexuales que ve en su ordenador o en su móvil recurriendo a prostitutas de alto estanding"