Mallorca es una plaza fundamental para Airbnb. Las críticas racionales a la plataforma no pueden olvidar que se erige en una de las primeras instancias que sitúan a la isla en el puesto que le corresponde en el concierto turístico mundial. La empresa de economía falsamente colaborativa siente más interés que el Gobierno de España por un enclave insular que no duda en situar entre sus ocho "destinos prominentes" en todo el planeta, dentro del estudio Viaje saludable y destinos saludables que ha publicado este año.

Airbnb coloca a Mallorca a la altura de Amsterdam, Barcelona, Venecia, Bangkok, Bali, Kyoto y Queenstown, donde solo esta ciudad neozelandesa obliga a recurrir a un atlas para ubicarla. No se trata únicamente de destinos de élite, sino cargados con una componente legendaria. El informe de la plataforma persigue por supuesto un objetivo comercial, neutralizar la imagen negativa del alquiler por noches y comprometerse a frenar los excesos en la explotación de una de las industrias más contaminantes del planeta, el turismo. Si bien se evita la visión drástica asociada a la turismofobia, la empresa se apunta con entusiasmo al término que hoy canaliza todas las distorsiones de esta actividad. Se trata del overtourism o sobreexplotación turística. La plataforma mayorista pretende acometer correcciones suaves antes de que la presión ciudadana fuerce soluciones radicales.

La Tramuntana aparece en la primera línea de la sinopsis que Airbnb ofrece de Mallorca, señalando la última frontera a derribar en la ocupación turística. La plataforma se vanagloria de que sus "anfitriones reparten a sus huéspedes por toda la isla, atrayendo nuevos negocios para los cafés familiares, los restaurantes o incluso los viñedos". Sin mencionarlo explícitamente, el turismo convencional está en la diana del conglomerado de alquileres, que al mismo tiempo proyecta absorberlo en su oferta futura. En todo momento, y con especial énfasis en su análisis mallorquín, se contrapone el perfume cultural de los viajeros individuales frente al movimiento de masas.

Airbnb ha desglosado los datos correspondientes a sus ochos destinos estrella durante el año pasado. Mallorca, Venecia y compañía han sido seleccionadas entre los enclaves mundiales que los usuarios del alquiler turístico han puntuado al menos con 4.8 estrellas sobre cinco. La isla alcanza precisamente este sobresaliente alto, que se redondea con la condición de la geografía donde las estancias medias son más largas. En concreto de 5.6 noches por viajero, cuando la inmensa mayoría de la liga aristocrática no llegan a cinco. La correlación inmediata con un destino veraniego viene matizada por la presencia en el club de ubicaciones como Bali.

La plataforma avisa desde el prólogo que "el turismo mal practicado puede hacer mucho daño". Las lacras que Airbnb asocia al exceso de viajeros poseen una traducción inmediata en Mallorca. "Saturación urbanística, degradación medioambiental y cultural, apabullamiento comercial, estrés social y masificación". Pese a que la isla puntúa alto en todas las secuelas de la industria turística, la penetración de la marca de alquiler turístico se halla todavía en sus balbuceos iniciales. Solo uno de cada veinte turistas se instalan en casas privadas de la isla, una proporción que ya asciende a uno de cada cinco en núcleos urbanos como Barcelona o Amsterdam. Por no hablar del colapso veneciano, donde el porcentaje de alquileres turísticos quintuplica al existente ahora mismo en la geografía mallorquina.En cifras totales, la empresa se atribuye un tráfico de medio millón de viajeros.

Aunque el estudio científico de Airbnb no omite la mención evocadora a las "deliciosas ensaimadas", pronto se pone serio para desglosar el gasto que sus clientes efectúan en Mallorca. La cifra total se eleva a 360 millones de euros durante el año pasado. La tercera parte de esta cantidad se desembolsa en restaurantes, hasta 130 millones y a pesar de que numerosos restauradores afirman que "vemos pasar a los clientes del alquiler turístico con bolsas de comida de las grandes superficies". El volumen de adquisición de alimentación en tiendas se cifra en 60 millones. Una cifra similar se destina al transporte, con otros cincuenta millones adjudicados al comercio local. Estas cifras son todavía modestas, al compararlas con los ingresos atribuidos a Barcelona o Amsterdam.

La etiqueta de destino familiar, que Mallorca tiene adjudicada por tradición, no ha variado con la irrupción del alquiler turístico. Airbnb ha determinado que la contratación media corresponde a tres personas, por encima de la mayoría de enclaves de la élite global. El desglose apunta a grupos de amigos y a parejas con hijos. En cuanto a su procedencia, la clientela de la plataforma que ha visitado la isla tenía más de 140 nacionalidades. Este indicador de aparente diversificación es engañoso, pues apunta a un cosmopolitismo que se modera al comparar con las grandes ciudades europeas analizadas, donde se superan los 150 países originarios. Sin embargo, la tendencia apunta a que los turistas más exóticos se decantan por la estancia en residencias privadas.

El estudio de Airbnb sobre su impacto en Mallorca no olvida los guiños a los "anfitriones" que alquilan sus casa en Mallorca. Se cita a uno de los entusiastas emprendedores o colaboradores locales, para quien "Airbnb nos ha permitido pagar los estudios de nuestra hija y también mantener la casa en buen estado. Hasta ahora, la experiencia ha sido muy positiva. ¡Hemos tenido huéspedes extraordinarios!" De nuevo, la plataforma cuantifica en casi veinte millones de euros la cifra invertida a lo largo del año pasado en la rehabilitación de las viviendas contratadas.

A menudo, la perspectiva de una empresa que se vanagloria de haber popularizado "las partes de la isla que se salen de los trayectos habituales", choca con la percepción de los nativos que contemplan con estupor que ningún rincón se desmarca de la actividad industrial. A tal efecto, se recomiendan más de cuatro mil localizaciones en Mallorca, a razón de una por kilómetro cuadrado. Incluso para un enamorado de esta porción del Mediterráneo, resultaría difícil alcanzar una enumeración tan dilatada de lugares atractivos. En especial, si se tiene en cuenta que estos focos con encanto se encuentran "fuera de las zonas turísticas tradicionales". De hecho, el estudio califica directamente al "turismo de masas" que caracteriza a Balears como un "subproducto" deleznable de la proliferación de los viajeros. Este distanciamiento de los focos hoteleros es un latiguillo repetido en abundantes ocasiones, sin tener en cuenta que la duplicación de industrias turísticas contribuye en sí misma a la saturación del entorno que Airbnb pretende combatir.