La depresió es una enfermedad grave hasta el punto que reduce la esperanza de vida diez años, entre otras razones por el estrés al que está sometido el cuerpo y el riesgo de problemas cardiovasculares, explica el alemán Ulrich Hegerl, de la Universidad de Leipzig, uno de los participantes en el Consorcio Global para la Prevención de la Depresión, que reúne a investigadores de Europa y Estados Unidos.

El congreso, que se celebra cada dos años alternando su sede entre Estados Unidos y Europa reúne en Palma este jueves y viernes a 40 expertos en unas jornadas organizadas por la Universitat de les Illes Balears (UIB) y Margalida Gili, catedrática de Psicología Social, y Miquel Roca, catedrático de Psquiatría.

La depresión, una enfermedad que afecta a más de 300 millones de personas -entre el 4% y el 5% de la población la padecerá a lo largo de su vida, advierte el doctor Roca-, tiene un gran impacto en atención primaria y a su prevención se dedica poca financiación, cuando es fundamental esta tarea por los costes tanto económicos y personales, entre otros aspectos, que supone. De ahí la importancia de investigar cómo “elevar” la prevención a las políticas sanitarias.

En este sentido, Ulrich Hegerl, de la Alianza Europea contra la Depresión, explica las intervenciones en la comunidad en cuatro niveles: en atención primaria; con campañas de publicidad para alertar sobre que se puede tratar, porque la intervención comienza en un espacio público; en colaboración con los multiplicadores, esto es, enfermeros, farmacéuticos, policías, etc., es decir grupos que pueden recomendar adónde acudir a pedir ayuda, y con los propios pacientes, brindándoles información y materiales de autoayuda para que la familia entienda que se trata de una enfermedad. Así, con esta metodología se pretende mejorar los tratamientos y prevenir los suicidios, pues la mayoría se deben a la depresión. “Cada año se producen 800.000 suicidios en el mundo”, más muertes que las provocadas por guerras, alerta el experto alemán.

App para adolescentes

Desde el Black Dog Institute -que toma su nombre de la expresión que Winston Churchill utilizaba para referirse a la depresión-, la australiana Helen Christensen, se refiere a las aplicaciones que se están utilizando en institutos para prevenir trastornos mentales en los más jóvenes. Con el permiso de sus padres, este programa se pone en marcha en los centros educativos durante seis semanas. En caso de riesgo por ansiedad, depresión, consumo de sustancias tóxicas, suicido o problemas con el sueño salta una alarma para dirigir a los afectados a programas preventivos. En Austria, “el 20% de los niños padecen trastornos de ansiedad, suicidio y depresión”. La app preventiva está activa en 25 escuelas y se pretende llegar con ella a 5.000 adolescentes de entre 14 y 15 años.

Otros investigadores han llegado desde Estados Unidos, México, Portugal, Holanda, Alemania, Reino Unido, Noruega y China, además de representantes de la Universidad de Málaga. Aspectos como el grupo de riesgo que suponen los hijos de padres depresivos, la depresión posparto, entre los latinos en EE UU o el análisis de los mensajes de WhatsApp para prevenir la enfermedad en niños adolescentes son algunos de los abordados en el congreso celebrado en sa Riera.