Los distintos expertos consultados en los últimos días tras lo sucedido en Sant Llorenç coinciden en que la catástrofe fue de tanta magnitud porque coincidieron una serie de hechos a nivel climatológico (precipitaciones muy abundantes y concentradas) e hidrológico (se concentraron en el cauce del torrente de ses Planes y en una zona, el Llevant, sin bosque, lo que propicia que el agua circule más fácilmente y, por tanto, que se produzcan inundaciones).

Joan Estrany, geográfo de la Universitat, es miembro del grupo de investigación Hidrología y ecogeomorfología en ambientes mediterráneos (MEDhyCON); el único grupo de investigación que tiene una estación en el torrente de ses Planes para medir el caudal del agua: "El martes 9 de octubre a las 18,45 horas el torrente tenía apenas un palmo de agua; a las 19.15 horas había subido a cinco metros, en solo media hora".

El investigador, que ha estado colaborando estos días en el terreno con los servicios de emergencias, confirma que en Mallorca los cambios de usos del suelo suponen un incremento del riesgo y que la isla se encuentra ahora mismo en una situación "asimétrica, con dos extremos". Por un lado, la isla ha alcanzado un nivel de urbanización "nunca conocido"; por otro, la cobertura de masa forestal es igual a la de hace 2.000 años "porque las zonas de cultivo se han abandonado". En el área de Llevant sin embargo, señala Estrany, la masa forestal no se ha desarrollado tanto debido a los incendios forestales, con lo que es más fácil que haya inundaciones: "Las masas forestales retienen el agua; si sólo hay cobertura herbácea, el agua corre".

Así, en Sant Llorenç se juntó la llegada de una gota fría justo en el cauce de un torrente, en una zona además sin bosques para frenar la inundación. Y a eso hay que sumarle la falta de formación y concienciación ciudadana ante estos episodios; algo que Estrany ve necesario fomentar, la "cultura de riesgo", que nos permita identificar por ejemplo al coche como un "elemento de riesgo" si no sabemos reaccionar.

Por otro lado, desde la propia AEMET se ha admitido que la alerta roja se activó tarde y hay quien ha puesto en duda la coordinación y reacciones del personal de emergencias.

El geógrafo de la Universitat considera fundamental que en lo que a prevención se refiere es fundamental acudir a los datos rigurosos para articular los mejores sistemas, aunque razona que los sistemas de alertas "siempre pueden fallar". Él cree que un ejemplo a seguir podría ser el sistema suizo y que en el caso de las torrentadas sería fundamental tener "muy bien delimitadas las zonas de inundaciones". Otra propuesta: que el personal de protección civil se distribuya en los puentes.

Estrany destaca que como suele suceder también con los incendios forestales, los operativos de reacción son muy buenos y que en este caso los efectivos movilizados han demostrado una gran "profesionalidad, voluntarismo y coordinación", pero insiste en que hay margen de mejora en la previsión "a partir de la ciencia".