Somos seres de barro y de fortaleza. En medio del horror, cuando el miedo sacude hasta las pestañas, hay gestos de una grandeza esperanzadora.

En la tarde del diluvio cizaña, una madre y su hija de siete años se vieron atrapadas en el coche. No muy lejos, Sant Llorenç. Llueve hasta doler. Imposible salir. Para tranquilizar a la niña, la madre saca de su bolso un cuaderno y un lápiz. "¡Vamos a dibujar!", le dice a la pequeña. La hoja blanca se llena de color, de letras. Con cada línea, los 90 minutos se hicieron corceles. Es solo una historia pequeña que sucedió en un aguacero muy grande.