Es la prioridad absoluta. Los equipos de emergencia desplazados a la zona cero del desastre examinaron ayer durante todo el día el tramo del torrente que se desbordó, entre Sant Llorenç y s'Illot, en busca del pequeño Arthur, de seis años, el que está considerado el último desaparecido de la riada.

Según informó la Guardia Civil, este operativo estaba formado por unas doscientas personas, entre las que había guardias civiles, bomberos y soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Por un lado se organizaron dos equipos. Uno de ellos recorrió el torrente desde Son Carrió a s'Illot, mientras que el otro revisó el cauce en sentido inverso, desde s'Illot a Son Carrió.

Por otro lado los efectivos de rescate acotaron una zona más concreta, en los alrededores del lugar donde el jueves apareció una bolsa con efectos del niño. Aquí los especialistas realizaron una búsqueda intensiva , con perros adiestrados para detectar restos humanos y pequeñas excavadoras que levantaban las ramas de árboles, las cañas y el barro. La búsqueda era aquí minuciosa, palmo a palmo, en medio de un paisaje devastado, cubierto de escombros, lodo y coches arrastrados por la riada.

Al mismo tiempo, otro grupo realizó una búsqueda más general en el tramo superior del torrente, hacia Sant Llorenç. En esta zona los equipos de emergencia se centraron en la zona donde un ciudadano alemán salvó a Úrsula, la hermana mayor de Arthur, de siete años. El operativo se extendía al mar, en la desembocadura del torrente, que estaba siendo rastreado por buceadores.

La madre de los dos niños, Joana Lliteras, se vio sorprendida por el aluvión en la rotonda de salida de Sant Llorenç a Son Carrió. La mujer logró sacar a su hija mayor. La pequeña fue arrastrada por el agua, pero milagrosamente fue empujada hacia la orilla, donde la recogió el alemán.

La Guardia Civil explica que todas estas zonas habían sido revisadas ya sin éxito, pero que están volviendo a ser examinadas. El cauce del torrente es muy abrupto y está cubierto de barro y escombros, por lo que los efectivos tienen que levantar el lodo acumulado, ante la posibilidad de que el cuerpo del menor hubiera quedado enterrado.