La pequeña localidad de Son Carrió, a cinco kilómetros de Sant Llorenç, hacía balance de daños por la mañana después de una noche de pesadilla. El torrente se desbordó a su paso por este núcleo tranquilo y poco poblado, provocando una víctima mortal y decenas de casas inundadas.

Las viviendas que se levantan más cerca del cauce del torrente se llevaron la peor parte, como la que habitan los suegros de Toni Binimeli. “Les sorprendió la tempestad en casa y el agua subió unos 30 centímetros. Suerte que unos vecinos que viven siete u ocho casas más arriba les rescataron y les acogieron”, explicó Toni Binimeli mientras achicaba cubos de barro de la vivienda.

La casa está muy mal, hay que hacer mucho trabajo de limpieza. Los daños son importantes: muebles, cuadros... Toda la casa se ha visto afectada”, indicó Binimeli mientras enseñaba un salón cubierto por varios centímetros de barro y el patio trasero, completamente arrasado.

Los vecinos paseaban con gesto de incredulidad al ver parte de su pequeña localidad arrasada por la riada y tomada por militares, miembros del 112 y decenas de agentes de la Guardia Civil.

La zona de la catástrofe se extendía a lo largo del torrente, donde fue hallado el cuerpo de una mujer, una de las víctimas mortales confirmadas ayer de la tragedia.

Un pueblo emocionado

“En mi casa no hemos tenido muchos daños materiales, pero estamos todos muy preocupados por las personas que han desaparecido o han muerto”, subrayó emocionada Sonia García mientras señalaba a los agentes de la Guardia Civil que realizaban las labores de identificación del cadáver.

Esta vecina relató, aún sobrecogida, cómo el agua estuvo a punto de engullirla cuando trataba de llegar a su casa la noche anterior. Salí de s’Illot en dirección a Son Carrió. Estuve a punto de meterme en el puente que se cayó, pero por suerte una pareja que había por allí cerca me gritó que frenara. Frené de golpe y entonces noté cómo el agua estaba entrando en el coche y la riada se lo estaba llevando. Menos mal que un hombre me sacó del coche, yo estaba llorando y temblando. Y al llegar a Son Carrió, a medianoche, vi todo el desastre”, recuerda García.

Pero tras la tragedia también hubo espacio para la solidaridad. Romano Noami, italiano residente en Son Carrió, recordó el terremoto de L’Aquila que en 2009 costó la vida a 308 compatriotas, y se dirigió a una de las casas más afectadas para ayudar a sus propietarios a sacar cubos de lodo. “Salvando las distancias, esto me ha recordado al terremoto de mi país, cuando mucha gente se lanzó a ayudar a las víctimas”, evocó Noami, cuya casa apenas ha sufrido daños al encontrarse en una parte más alta del pueblo.

Coches rescatados del lodo

Alrededor del lecho del torrente todo sonaba a catástrofe natural: un puente con las barandillas arrancadas, el techo hundido de una vivienda, una pequeña calle con tres coches atravesados o un lavabo a la vista de todos después de que la tempestad se hubiera llevado por delante una pared.

La grúa hizo horas extra apartando vehículos para que no entorpecieran el paso de algunos tractores que trataban, sin demasiado éxito, de limpiar de barro las calles más perjudicadas por la tormenta.

Pocos coches arrancaron durante una mañana dedicada a evaluar los daños. “Parece que funciona”, apuntó satisfecho Binimeli después de encontrarse su vehículo parcialmente cubierto de lodo. “Tardaré días para limpiarlo”, dijo mientras señalaba un habitáculo invadido por el barro.