La salida de la crisis se está dando en las islas a dos velocidades, con una parte de la población que está haciendo una clara apuesta por el ahorro tras las malas experiencias vividas durante la última década, y otra que se encuentra con serios problemas para cubrir cualquier gasto extraordinario, como el regreso a las aulas de los hijos. La recuperación está siendo asimétrica, sin que haya un recorte en las desigualdades.

Estos últimos días se han conocido algunos datos que reflejan la cara y la cruz de la moneda. El Banco de España ha cifrado en 24.958 millones de euros el valor del dinero que familias, empresas y administraciones isleñas tenían depositado en los bancos al cierre del segundo trimestre de 2018, la cifra más alta de la historia en esa época del año y que supone 1.259 millones más que la registrada doce meses atrás. Eso implica que los baleares están aumentando sus reservas económicas a un ritmo del 5,3% anual, cuando la economía lo hace un 2,9%, según el informe presentado hace pocos días por la patronal CAEB.

Ciertamente, este crecimiento del ahorro se está dando en un momento en el que el consumo de las islas se está debilitando, pero pese a ello mantiene un incremento del 2,8%.

Eso supone que muchas familias están mejorando su situación financiera de la mano tanto del crecimiento del empleo (cada vez son más los miembros que disponen de un puesto de trabajo) como de los salarios (hay que recordar que cada vez son más los convenios sectoriales que contemplan mejoras sustanciales en las retribuciones, con la hostelería al frente).

Pero también hay sombras. Y los datos aportados por Cruz Roja lo reflejan. Su coordinadora autonómica, Juana Lozano, señala que durante el último año se ha detectado una mejoría respecto al número de familias que necesita ayuda para atender sus necesidades básicas, como la alimentación, al menos mientras disfrutan de un empleo durante la temporada turística, pero las cosas cambian cuando se trata de afrontar gastos extraordinarios, como los derivados del retorno a las aulas de los hijos. Los datos de la campaña que acaba de concluir lo reflejan: si en el inicio del curso escolar del pasado ejercicio desde esta organización se aportó material escolar para 540 niños, este año se ha tenido que atender a 560; y si las ayudas para libros alcanzaron en 2017 un valor de 28.000 euros, este año se han alcanzado los 30.000.

Juana Lozano mantiene que la mejoría de la economía y del empleo se perciben, pero pese a ello sigue habiendo un colectivo de familias que se mantienen en una situación muy precaria y que tienen problemas para cubrir todos aquellos gastos que superen los básicos de alimentación y del hogar.

Por ello, la coordinadora de Cruz Roja insiste en que el reto radica en muchos casos en la "intensidad" de las intervenciones que se deben de afrontar, al reclamar ayuda personas que llevan muchos años en una situación precaria y cuyos problemas se han convertido en crónicos.

Los catedráticos de Economía Aplicada de la UIB Javier Capó y Antoni Riera confirman esta salida de la crisis asimétrica, con una situación más precaria en el caso de colectivos concretos, como son los jóvenes que optaron por abandonar los estudios durante el boom de la construcción y cuya falta de cualificación les hace depender ahora de empleos precarios y bajos salarios, o el de las personas que han perdido su empleo con una edad a partir de 45 o 50 años y que no han podido reengancharse al mercado laboral, lo que también les va a condenar a pensiones bajas. Y se hace una advertencia adicional: la productividad de Balears es especialmente escasa, y una economía con ese problema está condenada a salarios bajos. En palabras de Capó, la recuperación no va acompañada de una reducción de las desigualdades.