Todo aquel que se aparta de la línea argumental de José María Rodríguez se equivoca. Las cosas no son cómo se documentan o se producen, responden a la interpretación y a la narración inequívoca de quien sostuvo durante décadas con mano firme las riendas efectivas del PP balear. A pesar de ello, no sabía nada de dinero. Era el estratega entregado a reunir buenos candidatos y multiplicar votos. Este es el mundo de José María Rodríguez que, sin embargo, ya no las tiene todas consigo cuando se contrasta con su entorno más inmediato. Jaume Matas pierde fuerza como aval y soporte exculpatorio de Rodríguez en un juicio de desarrollo y fallo todavía incierto.
El exconseller de Interior y exdelegado del Gobierno se plagió a si mismo en su exposición ante el tribunal y el pulso dialéctico mantenido con el fiscal. Sigue cultivando la evasiva con esmero y crédito débil. Dejó frases del nivel "mañana es lunes y estoy en mi despacho" al desvelar que se encontró los bocetos de Daniel Mercado sobre la mesa de su despacho y los escogió por su buen gusto y creatividad. Al conseller que lo controlaba todo le aparecían los mejores proyectos de modo fortuito.
Todos, menos Matas, apuntan a Rodríguez como responsable máximo de lo ocurrido en el caso Over para desviar, presuntamente, fondos públicos para financiar al PP. El afectado, sin embargo, mantiene una verdad distinta a la que se aferra desafiando la fuerza de la gravedad de los hechos.
