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El fiscal vota a Matas

Jaume Matas. G. Bosch

Matas se sintió con el "deber moral", y enfatizó la moralidad pascaliana, de sustraer dineros públicos para pagar sus deudas privadas con el autor de la campaña del PP. Desde esta perspectiva del bien y el mal siempre a su servicio, las aproximadamente "veinte causas" que es incapaz de precisar podrían ascender a doscientas o dos mil. El presupuesto emanado de la recaudación de Hacienda debe dedicarse moralmente a satisfacer los compromisos y caprichos privados de un gobernante.

El protocolo ensarta ahora la frase "claro que Matas ya no puede engañar a nadie", pero el primer ministro de Aznar encarcelado por un exceso de moral le ha tomado el pelo a la fiscalía anticorrupción. Pese a sus bravuconadas, pocos mallorquines votarían hoy a quien ocupara la presidencia del Govern durante siete años, gracias a campañas pagadas por todos los ciudadanos. Sin embargo, el fiscal ha otorgado su voto de confianza a un político a quien nadie en su sano juicio le compraría ni un coche nuevo. Considerar que Matas es digno de un pacto político conlleva un error que no cometerían ni siquiera los miembros del PP. Ya se había reído del acusador público en el caso Infanta,caso Infanta recurriendo su confesión de Palma ante el Supremo. A la segunda, la culpa corresponde al burlado y no al burlador. Conviene ser especialmente cuidadoso al actuar en representación de los ciudadanos.

En el caso miniGürtel a veces llamado Over,caso miniGürtel anticorrupción intercambió una petición de doce años por una multa que equivale a la impuesta a un alquiler turístico ilegal. Con todos los respetos para la maquinaria jurídica, no es lo mismo falsificar unas elecciones que colar de rondón a un suecoalemán, ni siquiera en la rentabilidad económica aneja. Mallorca está empezando a pagar un precio demasiado alto por la intimidad entre los acusadores públicos y los defensores privados. Es la última enseñanza de Matas, el moralista.

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