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Opinión

Lo enviarán a sacar a Julian Assange

Lo enviarán a sacar a Julian Assange

La alusión a "motivos personales" en una dimisión solo determina la única causa a descartar. Una vez pasada la navaja de Ockham que obliga a optar por la solución más sencilla, el cónsul de Ecuador en Palma ha protagonizado una destitución autoinfligida por su pintoresca política de personal, que deberá dilucidar la Inspección de Trabajo.

Por pragmatismo, el desalojo del cónsul de Ecuador en Palma es el movimiento diplomático idóneo para trasladarlo a la embajada de su país en Londres. Dada su reconocida habilidad negociadora con el personal a su cargo, ofrece el perfil idóneo para desincrustar a Julian Assange, que el gobierno ecuatoriano no sabe cómo expulsar de su legación diplomática en Knightsbrige.

La expulsión del cónsul poco diplomático de su cargo no solo sorprende en Ecuador. También por estos pagos resulta infrecuente que fructifique el amotinamiento de los inferiores ante actitudes inaceptables de un superior, reconocidas en este caso por el propio embajador sudamericano en Madrid. Aunque Cristóbal Roldán llegó a Mallorca con maneras de conquistador, un comportamiento clásico entre los visitantes de la isla, ha tenido que ceder ante las evidencias.

Los cónsules son más inviolables que un rey español, y los contactos particulares del representante destituido superaban con mucho a su status general. Antes que las quejas del personal, ha sido decisiva la intranquilidad creciente de la numerosa colonia ecuatoriana en la isla. Sobre todo, el comportamiento peculiar del cónsul ecuatoriano generaba un notable nerviosismo en el recinto opaco de los cónsules honorarios, un colectivo bañado en el claroscuro de una proyección pública que no necesite explicar los orígenes de su especial consideración.

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