La hija pequeña de Inés Martín, de dos años, tiene Síndrome de Down. Su madre está muy decidida a luchar para que esté "en el mundo real" y que no sea "apartada". Respeta que otros padres lo elijan, pero ella no quiere que la fuercen a ir a un centro de educación especial. Le da miedo que si empieza en educación especial, "siempre" irá a educación especial y acabará siendo "una jaula". Ha hecho consultas en algunos colegios y ha sentido rechazo y trabas. Pero ella lo tiene bien claro y no sólo reclama que su hija ´vaya´ al colegio y ´esté´ allí, sino que también le garanticen que Ana acuda a la misma clase que los otros niños (no en una UEECO) y que con ella se aspire a lograr lo mismo que con los otros: sacar su mejor potencial. Que aprenda, crezca y se desarrolle como los otros. Aprovecha para aclarar que tener una hija con Síndrome de Down "no es una desgracia". Explica: "Ella tiene una vida digna y feliz y vamos por todo y hace de todo; lo que es una desgracia es que la sociedad no se solidarice, le apoye y se ajuste; si se ponen actitud y recursos, no hay ningún problema". Recuerda, además, que "la naturaleza es así, no todo el mundo es estándar".