La vocal de psicología clínica del Colegio de Psicólogos, Mariona Fuster, señala que el cambio de horario en octubre y que las tardes se acorten "nos perjudican y afectan a nuestro estado de ánimo". Fuster indica que si al acabar el trabajo hay luz es más fácil que la gente salga de casa, socialice y haga actividades de ocio, lo que supone un mayor bienestar emocional (y también físico, al desplazar al sedentarismo). A las personas con desórdenes mentales, indica Fuster, les beneficiaría especialmente mantener el horario de verano ya que el de invierno promueve la reclusión.