Van veloces por la ciudad, con su bicicleta y su mochila amarilla y cuadrada. Son los repartidores de Glovo, o 'glovers', según la terminología usada por esta empresa que aterrizó en septiembre de 2017 en Palma y cuya actividad ha eclosionado con la temporada alta. Ya son más de 70.

Glovo es una plataforma para, a través de una aplicación en el móvil, solicitar no solo comida a domicilio (o al trabajo o donde sea) sino también productos del supermercado; de farmacia; helados; cafés; regalos (de tiendas de ropa, grandes superficies, floristerías, comercios de tecnología, cosméticos, deportes...). Además ofrecen servicios de recogida y entrega de 'lo que sea'. La empresa colabora con más de 50 negocios de Palma (de McDonald's, fuente de un porcentaje importante del total de pedidos, hasta restaurantes de cocina mallorquina).

Las únicas limitaciones a la hora de pedir son: el área de servicio se restringe a determinada zona de Palma; el horario acaba a las doce de la noche; y lo solicitado no puede superar los ocho kilos y ha de caber en la mochila que usan los repartidores (el único material que reciben por parte de la empresa).

Porque los 'glovers' utilizan su bicicleta (en algunos casos, los menos, su moto) para repartir los pedidos y también usan su móvil para recibirlos. También se pagan su cuota de autónomos, porque esa es la relación que tiene esta empresa con los repartidores, aunque en algunas comunidades (como Zaragoza) ya hayan sido multados por Inspección de Trabajo al considerar que es un caso claro de 'falsos autónomos'.

Cinco euros por servicio

El repartidor ingresa una media de 5 euros por servicio. La empresa (fundada en 2015; con más de un millón de usuarios y presente en 61 ciudades de 17 países) asegura ingresar diez céntimos por entrega.

Mientras espera sentado a la sombra a que le entre un pedido en el móvil, un repartidor de Palma (padre de dos hijos) explicaba esta semana a este diario que el sistema tiene cosas buenas (admite que no le interesaría estar atado a un horario fijo), pero que es un trabajo exigente y precario. De hecho él, que no quiere dar su nombre, planea buscar otra cosa en cuanto acabe el verano: "Es muy duro". Razona que una vez que se te acaba la cuota de los seis primeros meses de autónomo (de 50 euros) y has de empezar a pagar los 280 euros reglamentarios, "es más complicado que te rente el trabajo: has de trabajar entre 60 y 70 horas semanales", asegura. "Casi todo el coste lo asumimos nosotros", recuerda.

En esas horas se incluyen también los ratos de espera: un tiempo en el que no se hace nada pero se ha de estar disponible y listo para recoger el pedido cuanto antes (el tiempo cuenta y repercute después en su valoración, con lo que la empresa calcula una nota que permite al repartidor acceder a más o menos franjas horarias). "Si un cliente se queja, aunque sea un fallo del restaurante, te baja la nota". Están en sus manos. Y en las de la tecnología de la empresa, algo que según este hombre, "falla bastante".

"Nadie se preocupa por ti"

El trabajo es duro físicamente y además, denuncia, se exponen yendo con la bicicleta por la ciudad y se arriesgan a sufrir lesiones sin que la empresa se responsabilice de ellos, como le sucedió a él: "Nadie se preocupa por ti, has de parar y dejas de ganar".

Los repartidores de Palma no se han unido ni movilizado para reclamar mejores condiciones o acudir a los tribunales o a Inspección de Trabajo, como sí ha sucedido en otras regiones españolas (en Barcelona incluso han dado un paso más y han constituido su propia cooperativa de reparto: Mensakas). "Algunos compañeros se quejan, otros están contentos con sacar un dinero", explica este 'glover' a punto de abandonar el barco.

Preguntada sobre las denuncias sobre la condición de falsos autónomos de estos trabajadores, la empresa responde rotunda: "Son autónomos". Señala como prueba de ello "que muchos repartidores compaginan su colaboración con Glovo con otras actividades profesionales, incluso trabajando en varias plataformas a la vez".

Defiende que "la gran mayoría" de repartidores quiere mantener "su libertad".