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Opinión

Pablo Casado lo tendría fácil en la UIB

Pablo Casado lo tendría fácil en la UIB

Era difícil hablar con el rector Nadal Batle en su despacho. Una fulgurante pintura de Miquel Barceló, que hasta hoy no he advertido que mezclaba un candelabro con la espada de Darth Vader, desviaba la atención del interlocutor. Tenía un formato vertical que desafiaba las proporciones canónicas. Por fortuna sigue ahí, mientras que algunas de las ausencias solo demuestran el pésimo gusto de los autores de la desaparición. O su talante misericordioso, al retirar obras mediocres que podrían corromper el gusto de profesores y alumnos.

No puede hablarse de un gran escándalo, en una Universitat que no se inmuta por la venta de falsos medicamentos en el campus, o por las instrucciones penales por acoso laboral entre su profesorado. Mejor hablar del escándalo de la semana. En el caso más favorable para la UIB, se trataría de una colección itinerante y de la deslocalización de un volumen apreciable del patrimonio.

Si se tiene en cuenta que es más sencillo controlar un escueto catálogo de tres centenares de piezas que miles de puntuaciones académicas en licenciaturas y másters, cabrá concluir que Pablo Casado lo hubiera tenido muy fácil en la UIB. No es solo una coincidencia que la desaparición patrimonial se asemeje a la enajenación de las obras artísticas de Sa Nostra. Hay tanta fraternidad entre la entidad financiera y la académica, que por fuerza apunta a un destino compartido. Llorenç Huguet las ha presidido ambas, con el mismo resultado.

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