El ayuntamiento de Palma baraja impulsar en La Soledat un proyecto de residencia con 60 habitaciones para estudiantes, dada la situación de colapso del colegio mayor de la Universitat, que tiene a casi 160 alumnos en lista de espera para el curso que viene.

Ante esta situación de demanda inaudita (provocada por la burbuja del alquiler), el Consell Social de la Universitat se dirigió al Consell y al ayuntamiento de Palma reclamando soluciones. A Antoni Noguera, alcalde de Palma, le sugirió habilitar espacios en el centro.

Cort ha asegurado compartir esta preocupación por la falta de alojamientos asequibles para los estudiantes y que por ello está barajando adaptar un proyecto previsto para el barrio de La Soledat que podría adaptarse para solucionar este problema, habilitando 60 habitaciones para estudiantes.

La presidenta del Consell Social de la UIB, Xesca Mas, instó al ayuntamiento a adoptar medidas urgentes para asegurar que ningún estudiante de los excluidos de la residencia se quedase sin alojamiento el curso que viene, pero la única medida a corto plazo que ofrece la administración municipal es la línea de ayudas al alquiler para jóvenes que fue presentada hace unas semanas.

Podrán acogerse a estas ayudas personas de entre 18 y 35 años que tengan un firmado un contrato de alquiler o lo firmen 30 días después de la concesión de la ayuda. La partida prevista para 2018 son 250.000 euros y la ayuda máxima es de 220 euros mensuales o 2.640 euros anuales.

Además del proyecto de La Soledat, el ayuntamiento recuerda que otra solución a largo plazo son las 57 viviendas sociales previstas en El Molinar, que el Govern quiere que sean ocupadas por jóvenes que estudien títulos relacionados con la atención a las personas mayores o que tengan interés en convivir con una.

El consistorio palmesano ha insistido en que es consciente de que el acceso a la vivienda es uno de los principales retos de la ciudad y ha recordado que por ello ha prohibido el alquiler turístico en viviendas plurifamiliares.

Mientras que en los años de la crisis (y de los alquileres bajos) la residencia de la Universitat notó un bajón notable de demanda, pero en los dos últimos cursos la burbuja del alquiler ha disparado el interés por el colegio mayor de los estudiantes de las otras islas y de los pueblos más alejados de Palma, al no encontrar otros alojamientos con precios que puedan asumir.