La burbuja del alquiler también expulsa a los estudiantes de la ciudad. Y la residencia de alumnos lo acusa y se colapsa: la lista de espera se ha disparado hasta las 157 personas; el 75% de los residentes ha solicitado continuar y la plaza no está garantizada para colectivos prioritarios como los estudiantes provenientes de Menorca, Eivissa y Formentera (algunos están hoy en la lista de espera). Los mallorquines de los pueblos más alejados del campus, un perfil hasta ahora habitual, ya parece imposible que entren.

Esta tendencia comenzó a notarse ya el curso pasado (llegó a haber 120 personas pendientes de entrar) pero este año los elevados alquileres de los pisos han disparado la solicitud de plaza y tres cuartas partes de los ya residentes (15 puntos porcentuales más de lo habitual) deciden continuar allí en vez de volar por su cuenta a un piso compartido.

Aunque la lista de espera sufrirá variaciones y algo se reducirá, la directora de la residencia, Marta García, ya prevé que no todos los estudiantes de las otras islas que están pendientes de plaza (un total de 18) entrarán, algo inaudito. "De los de Artà, ArtàCapdepera.

La residencia está gestionada por la Fundació Universitat-Empresa. García está al frente desde el curso 1999-2000 y asegura "no haber visto nunca nada así". Recuerda que en los años de la crisis pasó justamente lo contrario: los precios de los pisos de alquiler bajaron y la lista de espera desapareció, ya que los estudiantes preferían irse a vivir por su cuenta.

Ahora la burbuja se hincha y los jóvenes buscan refugio donde pueden. A la residencia han llamado familias "desesperadas" porque no saben dónde alojar a su hijo. Incluso les han llegado algunos casos de estudiantes que han tenido que renunciar a la plaza obtenida en la UIB por no tener dónde vivir.

Esta problemática ya ha sido tratada con el Consell de Dirección y con el rector de la Universitat, Llorenç Huguet.

La residencia de estudiantes tiene 97 habitaciones individuales. Para asignar las plazas se prioriza en primer lugar que sean alumnos de la Universitat y que quieran alojarse allí durante todo el curso.

Tener hermanos residentes es el tercer criterio que se tiene en cuenta. Justo después en el orden de prioridades vendría ser de Menorca, Eivissa o Formentera (a los que se les va otorgando plaza según la nota de Selectividad); después ya irían los alumnos de Mallorca; resto de España y extranjeros.

La habitación con desayuno durante toda la semana y un curso completo sale a 514 euros al mes. La residencia también ofrece una fórmula de alojamiento de lunes a viernes, para aquellos que los fines de semana vuelven al hogar familiar. En este caso, la habitación con desayuno cuesta 380 euros.

En ambos casos se incluye un servicio de limpieza una vez a la semana; wifi y acceso a las instalaciones deportivas del campus. También se pueden pagar por otros servicios (como sábanas y toallas; pensión completa; media pensión...). En cualquier caso, el precio resulta muy atractivo en comparación con los que ofrece el actual mercado del alquiler en Palma.

Marta García hace tiempo que advierte sobre la necesidad de ofertar más plazas para los estudiantes: 97 plazas para una comunidad de 14.000 alumnos es una ratio casi simbólica.

Otra residencia en el campus

La directora de la residencia ha tratado este tema con el rectorado y una de las opciones que se está estudiando es construir un nuevo edificio en el campus en una parcela que parece que podría ser edificiable y destinada a alojar estudiantes. Ampliar la actual residencia, ubicada en el edificio Bartomeu Rosselló Pòrcel (junto a la Escuela de Hostelería), parece quedar descartado.

No solo las plazas para estudiantes están desbordadas por la demanda. La residencia tiene cuatro habitaciones dobles pensadas para alojar a personal universitario de intercambio; profesores que acuden para formar parte de tribunales de tesis; investigadores que necesitan hacer una estancia en la UIB; invitados a congresos...

Estas habitaciones son a todas luces insuficientes y además, según García, la oferta ha quedado "obsoleta" y habría que dar un paso más y ofrecer otras variedades, como apartamentos para los investigadores que necesitan instalarse varios meses en Mallorca y a veces quieren hacerlo acompañados de sus familia: "Construir un nuevo edificio permitiría ampliar y diversificar la oferta de alojamientos", apunta la directora de la residencia, recordando que es algo vital para favorecer la internacionalización de la UIB.

Para ella, que ha visitado varias residencias y colegios mayores de España, un buen modelo sería el de Las Palmas, con 400 plazas y gran variedad de opciones de alojamiento.