Una botella de vino puede convertirse en un bote de salsa de tomate. Y el contenedor de reciclaje verde que albergó a esa botella para ser reciclada también puede tener una segunda vida y transformarse en una nave espacial. O en un iglú. O en un castillo. Todo es posible: solo hace falta imaginación e implicación.

Así lo han demostrado las maestras de Educación Infantil del colegio La Purísima que han convertido tres contenedores de reciclaje de vidrio en casitas temáticas para que los niños jueguen en el tiempo del patio.

Las profesoras se han pasado el mes de julio limpiándolos y pintándolos y ahora solo les quedan un par de detalles más para dejarlos ya listos y a la espera de recibir y sorprender a los niños cuando empiece el curso en junio.

Admiten que la idea no es suya: "Lo vimos en la granja escuela de Jovent, y nos pareció genial, además encajaba con nuestro proyecto de patio y nuestro proyecto de reciclaje", indica Marta Ramis.

El proyecto del recreo consiste en transformar el espacio de acuerdo con las preferencias de los alumnos. "El tiempo de patio es muy importante", argumenta Marta, "es la socialización más libre, hay muchas cosas que puedes observar y arreglar en el patio". Además, han visto que cuanto más elementos hay para el juego, menos conflictos se producen.

Por ello, las maestras hicieron una lluvia de ideas con los niños y aunque salieron algunas impracticables, como poner una cama elástica, hubo peticiones realistas, como la de poner una casita. Durante el curso pasado hicieron una con botellas de plástico, pero la pobre "duró dos días". Al ver la nueva vida que le habían dado al contenedor en Jovent, se les encendió la bombilla: de ahí sí que saldrían unas buenas casitas.

Gracias al padre de un alumno averiguaron que con una instancia podían solicitar a EMAYA. Y se los concedieron y los llevaron al colegio. "Estamos muy agradecidas", apuntan las maestras, que no ocultan que la limpieza fue ardua: "Tenía muchos vidrios pequeños pegados, restos de aceite, manchas de vino...".

Marta, Amelia, Mónica, Mery, Raquel, Cristina, Ana y Patricia han echado muchas horas. en pleno julio (en sus vacaciones), limpiando con agua a presión y productos desengrasantes a tope. Un técnico de mantenimiento hizo los agujeros-ventana y aunque al principio no las iban a pintar por dentro, al final se animaron pensando en la ilusión de los críos:"En cada casa los niños se inventarán miles de historias", explica Amelia.

Este grupo de entusiastas ya piensa en proyectos de futuro y han visto en los contenedores un filón: "Los nuevos que ha puesto Emaya, dicen entre risas.