Los especialistas defienden desde hace décadas que Mallorca forma una sola unidad urbana. Los políticos, ciegos a esta realidad que requiere una planificación global, no podrán sin embargo seguir obviando la evidencia de que Palma, Calvià, Marratxí y Llucmajor forman una unidad metropolitana. O, para ser más claros, forman una única ciudad.
Los datos que se aportan en la información de estas páginas refuerzan esta realidad. El crecimiento de la construcción se concentra alrededor de los servicios: aeropuerto, puerto, Administración, hospitales de referencia, ocio... Los planes inconclusos del Govern para crear nuevos polos de atracción en Inca y Manacor van retrasados y no surtirán efecto, si lo hacen, hasta dentro de décadas.
Habrá que resignarse a que la Gran Palma -que incluye los municipios limítrofes- siga siendo una ciudad que se atasca por unas gotas de agua o un accidente nimio, que ve como se saturan sus servicios o que pierde identidad a marchas forzadas. Ahora mismo no recuerdo una reunión de los cuatro alcaldes o una comisión conjunta que afronte de forma global problemas que, aunque se obvie, solo pueden paliarse cooperando.
Quizás pasen cinco décadas, un siglo o medio milenio, pero un día esta Gran Palma colapsará se convertirá en una ciudad fantasma como Éfeso, Teotihuacán o, en menor medida, la Chicago postindustrial. ¿Qué quedará de nuestra civilización?
