"Somos jóvenes estudiantes de clase media-baja que trabajamos de vez en cuando para pagarnos nuestros gastos. Lo único que queremos es introducir el debate sobre el modelo turístico para que empiecen a cambiar algunas cosas. Nosotros podemos hacerlo. Un socorrista que cobra cinco euros la hora, no. Tampoco las 'Kellys' y otros colectivos que no tienen posibilidad de movilizarse. Y para que salga algo en los medios la tienes que liar un poco, hacer algo vistoso que genere polémica".

Hablan Pau Picó, 21 años, y Maria Martín, 20, miembros de Arran, la organización juvenil que desde el año pasado sacude el verano mallorquín a golpe de acciones de protesta callejera.

Sus apariciones son accidentales y, en una ocasión, accidentada. Su protesta con bengalas junto a un restaurante del Moll Vell el pasado agosto acabó con doce de ellos declarando ante un juez.

"Solo dos estuvieron allí. Ha habido una persecución, la policía conserva ficheros de todos nosotros ilegalmente con fotos y datos nuestros. Nos tienen controladísimos, de esos ficheros sacaron a los doce encausados. Yo soy una de ellas, y no estuve en aquella acción. Aún así tuve que ir a declarar y expliqué dónde estaba y qué estaba haciendo en ese momento", lamenta Martín.

El concepto de violencia

Acaban de empezar su 'campaña de verano' que incluirá "charlas y nuevas acciones de protesta", subraya la joven. El límite es la violencia, aunque disertan sobre el concepto: "Nuestra idea de violencia no es la misma que tiene el PP o Toni Noguera. Para ellos poner una pancarta en un bus turístico o ir al aeropuerto a repartir octavillas informativas a los turistas es violencia", explica Martín en referencia a la protesta de 'Ciutat per a qui l'habita' el pasado sábado en Son Sant Joan.

Aquel fin de semana algunos hoteles del interior de Palma amanecieron con pintadas -'Tourism kills the city', se leía en una de ellas-, pero niegan su autoría. Tampoco saben quién o quiénes las ejecutaron, aunque las bendicen: "Es una manera de provocar, de visualizar y de dar de qué hablar".

Sí reivindicaron la colocación de una pancarta en un autobús turístico cerca de Bellver hace diez días. Aclaran que ni aquella acción ni otras tienen una motivación 'turismofóbica'. "La 'turismofobia' es un concepto que se han inventado para banalizarnos. No somos 'turismofóbicos'; sí tenemos 'capitalismofobia'. Nosotros también disfrutamos viajando, es muy enriquecedor", subraya Martín.

Picó explica sus razones: "Como jóvenes vemos nuestro futuro muy negro. Queremos que Mallorca tenga otras posibilidades aparte del turismo. Un modelo económico digno; el actual fomenta la precariedad. Turismo se estudia en la UIB, un grado superior muy caro que solo puede permitirse gente con mucho dinero. Los principales responsables de las problemáticas que causa el actual modelo son los hoteleros y las agencias inmobiliarias".

Martín se expresa en la misma línea. "Más que vivir del turismo, Mallorca muere del turismo. Los beneficios que genera la actividad se los reparten cuatro. Muchos trabajos asociados al turismo son totalmente precarios, especialmente para las mujeres. A los mallorquines de a pie el monocultivo turístico nos perjudica más que nos beneficia", afirma.

Críticas

Sus irrupciones son condenadas por partidos políticos -c0n diferente intensidad según el color de la formación-, empresarios, hoteleros y una parte de la opinión pública. Consideran que algunas críticas son desproporcionadas pero, matizan, contribuyen a alimentar el debate que pretenden instaurar.

"Nos gustaría que las críticas fueran hacia el objeto de nuestra protesta, que es el modelo turístico, y a partir de ahí iniciar un debate. En lugar de eso nos criminalizan y nos tachan de 'turismofóbicos'. El año pasado alucinamos; solo encendimos una bengala al lado de un restaurante, hubo un poco de humo y aquello provocó reacciones fuera de lugar que incluso hablaban de violencia. Conseguimos poner el debate sobre la mesa, pero al precio de recibir críticas muy duras", argumenta Martín.

Y aporta un dato: "En junio un 85% de los contratos que se formalizaron en Balears fueron temporales. Ese es el trabajo que genera el turismo y mucha gente los tiene que aceptar sí o sí".

Aseguran que seguirán en la trinchera hasta conseguir otras dinámicas. Su lista de demandas son variadas: "Queremos un modelo turístico que vele por los intereses de todas las mallorquinas, y no solo de unas cuantas. Respeto al territorio, alquileres asequibles, paralizar las licencias de actividades de hoteles y empresas vinculadas al turismo, un control real de los alquileres turísticos ilegales, prohibir la actividad de empresas como Airbnb en toda Mallorca y apostar por viviendas sociales. Limitar el número de cruceros, aumentar salarios y subir los impuestos a las empresas vinculadas a la actividad turística.

Arran cuenta con una quincena de miembros en Palma. Los dos jóvenes destierran la creencia de que son las juventudes de la CUP. "Formamos parte de un movimiento muy amplio de izquierda que reivindica unos Països Catalans libres, socialistas y feministas. Y eso incluye la lucha contra la masificación y el actual modelo turístico".