Antes que nada hay que definir qué es una chancla. Y la médico de familia Esther Domínguez zanja la cuestión englobando en el término a todo aquel calzado que no lleve el talón sujeto. Por ello, incluye en la denominación no solo a las que llevan una pequeña tira que separa los dos primeros dedos del pie sino también a las que sujetan con una cinta más ancha todos los dedos de las extremidades inferiores.

Una vez hecha esta salvedad, la facultativa asienta que se trata de un calzado ideal para ir a la playa o a la piscina, para trayectos cortos, pero nunca para caminar "porque les falta sujeción y tienen unas suelas muy finas".

Pero, ¿qué pasa si uno está acostumbrado a calzárselas y no quitárselas hasta que llegan los primeros fríos otoñales? "Si desde junio a septiembre vas con chanclas, los dedos de los pies tienden a cerrarse, a curvarse para intentar sujetarse a la suela, y pueden adquirir una deformidad conocida como dedos en garra. E incluso las uñas de los pies pueden clavarse entre sí", alerta la médico de cabecera.

El uso de este calzado inestable obliga a levantar más el pie, es una tendencia natural si llevas chanclas, lo que a la postre puede traducirse en tendinitis y dolores musculares en la parte delantera de la pierna, en el empeine e incluso a veces en el tobillo, continúa la doctora Esther Domínguez enumerando algunos de los "inconvenientes" de este popular calzado.

"Y si la suela es o muy dura o muy fina, algo habitual en las chanclas, puede provocar en su usuario habitual una fascitis plantar que cursa con mucho dolor en planta o talón", añade esta médico de familia que admite que ayer mismo (por el pasado miércoles) atendió a una paciente en su consulta por una dolorosa fascitis plantar por llevar de forma prolongada un calzado con suela dura y escasa sujeción.

"Algunas chanclas con suela de madera pueden también provocar fracturas de estrés en los huesecitos de los pies por el continuo golpeo con una superficie tan dura", añade la facultativa sin olvidarse de los dolores de rodilla y lumbares tras lo que también está el uso de este popular calzado.

"La chancla es para trayectos cortos y ya está", concluye la doctora, que no duda en anteponer como calzado más saludable a aquel que sujete el tobillo y el empeine, como las abarcas menorquinas. "Y si tiene dos o tres centímetros de altura en el talón y una suela blanda y flexible que deje transpirar el pie, mejor", sugiere.

Y con los niños hay que ser más cautos a la hora de elegir este calzado, advierte. "No es aconsejable que las lleven en edades tempranas cuando están aprendiendo a caminar porque adquieren malos hábitos y deben realizar mayores esfuerzos para mantener el calzado adherido, lo que a la postre puede originarles deformidades en el pie", concluye esta profesional sanitaria con este consejo para aquellos progenitores que a veces dan más importancia a la estética que a la practicidad.