La mitad de los inmigrantes que viven en Balears considera que en las islas no se les trata correctamente. Un 29% sin embargo dice sentirse bastante bien considerado y un 18% califica de "muy bueno" el trato que reciben.

Así lo refleja la última edición de los Quaderns Gadeso, que analiza la perspectiva de las personas migrantes que eligen el archipiélago como lugar para lograr una vida mejor que en sus países de origen.

Según la nacionalidad de los encuestados varía la percepción sobre la acogida. Así, las personas de Europa del Este (de Bulgaria y Rumanía) y los chinos son los que mejor valoran el trato dispensado por los autóctonos, mientras que los magrebíes y subsaharianos tienen una visión más negativa.

La encuesta señala que el 47% dice haber sufrido episodios de discriminación en las islas, la mayoría de las veces por los servicios públicos (49%) y sus vecinos (43%). Una cuarta parte de los que indicaron haber sido discriminados alguna vez mencionaron a los compañeros de trabajo.

El número de consultados que ha asegurado verse discriminados ha descendido ligeramente respecto a la anterior investigación de Gadeso sobre este tema, que se hizo en plena crisis, algo que provocó que algunos vieran a los inmigrantes como competencia desleal y como culpables de la situación de los servicios públicos (una percepción que se ha reducido, según otra encuesta de la Fundació).

Los autores del estudio precisan que esta discriminación no tiene por qué concretarse en insultos, descalificaciones o desprecio, sino en el "sentimiento" de no estar considerado ni tratado de la misma manera que los autóctonos.

Durante la época de la crisis, el 82% de los inmigrantes consultados por Gadeso consideró que el descalabro económico les afectaba más a ellos al carecer de redes sociales de apoyo; menos derechos laborales y menos recursos económicos.

El paro y la inestabilidad laboral

Preguntado ahora, este colectivo señala que los problemas que más les afectan son básicamente los que afectan a Balears en general, como el paro y la precariedad laboral (70%); los problemas económicos (58%); y el acceso a los servicios públicos (42%).

Un 28% de los migrantes de primera generación sí se plantean volver a su país; un 29% lo descarta y un 43% duda. La segunda generación quiere quedarse: un 66% no se plantea regresar. El 43% argumenta que la situación en su país de origen "es todavía peor".