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Análisis

Suplantar a la derecha, vencer a la izquierda

Suplantar a la derecha, vencer a la izquierda B. ramon

Ciudadanos no es el primer partido que intenta arrebatar la hegemonía a PP o PSOE en sus respectivos espectros ideológicos. Julio Anguita suspiró por el sorpasso con los socialistas durante el periodo de decadencia y corrupción del liderazgo de Felipe González. No tuvo inconveniente en tejer una sutil alianza con José María Aznar -la pinza se le llamó- para acorralar al PSOE.

El Podemos del primer Pablo Iglesias ha buscado con ahínco superar a los socialdemócratas. Lo ha logrado en un puñado de encuestas, pero siempre se ha quedado por detrás cuando se han abierto las urnas.

En el campo de la derecha, el rival más directo del PP fue Rosa Díez con su Unión Progreso y Democracia. Tampoco logró la hegemonía y con el paso de los comicios se diluyó sin dejar rastro. Hasta Ruiz Mateos logró convertirse en tercera fuerza política en unas elecciones europeas.

A Ciudadanos le ocurre, de momento, lo mismo que a Podemos: sus grandes resultados en las encuestas se desploman en las urnas. Para que el proyecto de Albert Rivera alcance el objetivo de dominar a la derecha y vencer a la izquierda deberán confluir dos factores.

El primero es que el gobierno minoritario de Pedro Sánchez fracase con estrépito. Que antes de la convocatoria de elecciones generales, sea en 2019 o en 2020, se produzca una debacle que desprestigie al Ejecutivo de estrellas mediáticas constituido por el líder socialista.

El segundo factor es que el PP entre en una guerra civil interna. Los resultados de las primarias para relevar a Mariano Rajoy han echado una mano a Ciudadanos. Sin embargo, habrá que esperar unos meses para saber si este 7% de supuesta militancia popular que ha acudido a las urnas recompone sus heridas o se aferra a la España que retrató Francisco Goya, la que resuelve sus disputas a garrotazos.

Ciudadanos no depende sólo de sí mismo para ganar. Necesita la colaboración desinteresada de sus adversarios.

Mientras tanto, los de Rivera intentan sumar nombres a sus filas para ganar relumbrón. Los dos fichajes que estuvieron ayer en Palma son muy lógicos. Manuel Valls es un jacobino francés para el más jacobino de los partidos españoles. Entendido el término como "partidario de un Estado fuerte y centralizado" y no como "defensor exaltado de ideas revolucionarias y radicales", dos de las acepciones que otorga la Real Academia a la palabra.

Joan Mesquida ya fue el conseller del PP en el primer Govern de Francesc Antich, según afortunada atribución de Matías Vallés. Es natural que acabe en el partido que aspira a ocupar el espacio político de los populares.

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