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Balears, penúltima comunidad en el uso de cateterismos para tratar infartos

El Ib-Salut desestimó una petición de Son Llàtzer para disponer de una sala de hemodinámica

Una imagen de archivo del hospital de Son Llàtzer, centro que asiste a 280.000 mallorquines. B. ramon

Balears ocupó la penúltima posición entre todas las comunidades autónomas del país -solo superó a Canarias- en número total de cateterismos coronarios por millón de habitantes realizados en 2016 ya que en ese ejercicio se realizaron un total de 2.587, una cifra bastante por debajo de la media nacional que alcanzó las 3.322 intervenciones de este tipo.

Y lo mismo ocurrió respecto a las angioplastias, intervención en la que se colocan a través de estos catéteres unos muelles (stents) para mantener las arterias coronarias abiertas para que pueda fluir con normalidad la sangre hasta el corazón.

En el año 2016, en las islas se realizaron 1.224 angioplastias por millón de habitantes, el menor porcentaje del país si se exceptúa de nuevo a Canarias. La media nacional fue de 1.478.

Estos datos, publicados por la Revista Española de Cardiología, publicación científica internacional dedicada a las enfermedades cardiovasculares, ponen en cuestión la decisión del Servei de Salut de no montar una sala de hemodinámica en Son Llàtzer pese a que este hospital, que atiende a una población de 280.000 habitantes en el sector asistencial del Migjorn de la isla, genera el 30% de todos los cateterismos que se realizan para tratar infartos en esta comunidad.

Como se recordará, ante una inusual petición unánime por parte de los 29 jefes de servicios médicos de Son Llàtzer en este sentido (montar una sala para tratar infartos en este hospital) a comienzos del pasado mes de diciembre, el Servei de Salut la desestimó al considerar que las dos salas de hemodinámica existentes en Son Espases eran más que suficientes para cubrir la demanda asistencial.

Esta actuación asistencial, denominada profesionalmente como cardiología intervencionista, consiste en acceder a la arteria obstruida que ha provocado el infarto mediante un catéter que se introduce por la ingle o la muñeca del paciente.

Una vez que se llega a la zona ocluida, si es necesario, se procede a colocar unos muelles para mantenerla abierta y permitir que la sangre vuelva a irrigar con normalidad el corazón.

Setecientas derivaciones

Desde el hospital de Son Llàtzer se sigue lamentando que un hospital de su categoría no disponga de una sala de hemodinámica para poder realizar cateterismos ya sean de carácter diagnóstico (para comprobar en qué estado se encuentran las arterias coronarias), para acometer intervenciones de carácter estructural (reparar válvulas) o para realizar las citadas aperturas de las arterias con muelles (angioplastias).

Fuentes asistenciales señalaron que cada año han de derivar a unos 700 pacientes a Son Espases para que les realicen las intervenciones citadas anteriormente. Y en esta cifra, resaltaron, no están contabilizados todos los infartados de su sector asistencial que son trasladados directamente por las ambulancias del 061 a Son Espases sabiendo que el hospital del Migjorn carece de una sala de hemodinámica.

A pesar de que las citadas fuentes admiten que no hay lista de espera ni demora para este tipo de intervenciones, sostienen que el hecho de carecer de este recurso asistencial ha provocado que el propio hospital adopte otras formas de actuar con estos pacientes, recurriendo a fármacos y retrasando su derivación a Son Espases.

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