Una magistrada de Inca ha prohibido salir de Mallorca y ha retenido el pasaporte al exprior de IncaLluc, Antoni Vallespir, por el nuevo caso de presunta corrupción de menores . Otros dos exblauets culparon en mayo al que fuera máximo responsable del santuario de darles alcohol, tabaco y dejarles ver vídeos pornográficos en el ordenador de su despacho en el monasterio de Lluc cuando tenían 14 y 15 años.

Los perjudicados, que ya son adultos, relataron en el juzgado repetidos episodios sexuales ocurridos tiempo atrás también en una casa en Cala Tuent, en sa Calobra, que pertenece a la misma congregación religiosa que regenta el monasterio de Escorca. Según su versión, en aquellas fechas bebían y se tocaban sus genitales en presencia del sacerdote.

Ante las nuevas incriminaciones de estos dos antiguos niños cantores, la jueza de Inca que investiga los hechos tomó declaración hace varios días al presbítero en calidad de investigado por corrupción de menores y delitos contra la libertad sexual. Vallespir negó los cargos. Rechazó haber incitado a los menores a que bebieran alcohol, fumaran y mucho menos a que vieran películas pornográficas de adultos. Sin embargo, el entonces prior del santuario sí que reconoció que los dos exblauets habían consumido bebidas alcohólicas a escondidas, sin su consentimiento, y que en dos ocasiones les sorprendió masturbándose mientras miraban vídeos porno en el ordenador de su despacho. Según su versión, les riñó para que no lo volvieran a hacer y no informó de lo ocurrido ni a sus padres ni a los educadores de la escolanía porque fueron hechos puntuales. El sacerdote imputado trató de justificar que eran cosas de adolescentes, en plena pubertad, sin importancia.

Tras tomarle declaración, la magistrada dejó en libertad provisional al exprior y acordó una serie de medidas cautelares. La jueza le ha retirado el pasaporte, impidiéndole que lo utilice o que lo renueve, y también le ha prohibido salir de la isla sin autorización judicial. En el caso de que el padre Vallespir intente salir de España, se procedería su detención.

Además, el sacerdote debe comunicar cualquier cambio de domicilio y tiene la obligación de comparecer en el juzgado siempre que sea citado. Estas medidas las acordó la magistrada para asegurar la presencia del encausado en el procedimiento y teniendo en cuenta que este cuenta con arraigo en Mallorca y siempre se ha personado cuando ha sido llamado por la Justicia.

Orden de alejamiento

La jueza también ha prohibido al presbítero, que ha sido apartado del sacerdocio por el Tribunal Eclesiástico de Mallorca por pederastia, aproximarse a menos de 200 metros y comunicarse con tres víctimas que le han culpado de episodios sexuales, entre ellos un exblauet menor de edad que presuntamente sufrió abusos sexuales en el monasterio de Lluc. Esta medida de protección a los perjudicados la ha dictado la magistrada ante el riesgo de que se produzcan contactos con las víctimas o que puedan ser influenciadas.

En el caso de se incumplan estas obligaciones, Vallespir podría incurrir en un delito de quebrantamiento de medida cautelar e incluso podría acabar en prisión provisional.

Este último procedimiento es el tercero en el que se ve implicado el exprior de Lluc, después del archivo de la primera causa, en la que un exblauet, ahora de 38 años, le denunciara en marzo de 2015 por abusos sexuales que se remontarían a los años 90. Un juzgado de Palma sobreseyó el caso al declarar prescritos los hechos. El segundo procedimiento contra él sigue abierto en un juzgado de Inca por supuestos abusos a un exniño cantor de unos 8 años.

Ahora, ya ha declarado otra vez más como investigado por nuevos cargos: delitos contra la libertad sexual y corrupción de menores. El sacerdote negó hace unos días en el juzgado haber dado a los dos exblauets tabaco y alcohol. También negó haberlos visto completamente borrachos, si bien admitió que en dos ocasiones en la casa de Cala Tuent tuvo que esconder unas botellas de alcohol. Cuando él estaba distraído, los entonces adolescentes encontraron la bebida y consumieron. Entonces, él se enfadó y les riñó. El exprior trató de desacreditar a los perjudicados diciendo que lo que habían dicho no era verdad. También negó estar presente cuando ellos se masturbaban mientras veían vídeos porno en su ordenador en su despacho. Según su versión, lo hacían a escondidas y los sorprendió dos veces. No se lo dijo a nadie porque eran cosas de niños.

Por otro lado, también declaró en el juzgado de Inca como testigo un profesor del santuario de Lluc que descubrió estos últimos hechos e informó a sus superiores. El docente relató lo que le habían dicho las víctimas.