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Opinión

Acogida para la integración

Acogida para la integración

Balears, tras el chasco sufrido por la no llegada de refugiados de la guerra de Siria, parece que se va a estrenar en la acogida de inmigrantes sin papeles y sin recursos. El Govern ha reaccionado con rapidez y gracias a las Hermanas Franciscanas, ha buscado un antiguo convento para residencia de un pequeño grupo de los rescatados en el 'Aquarius'.

Las islas acogerán, de momento, a unas 25 ó 30 personas de los más de 600 rescatados en el mar y que Italia y Malta rechazaron recibir.

En esta materia coinciden, hecho insólito, los sectores católicos y los progresistas, que, unos por amor cristiano y otros por defensa de los derechos humanos, arriman juntos el hombro para ayudar a estos desesperados.

Pero la acogida, que es temporal, tiene que tener una segunda fase, un paso decisivo: la integración de estas personas en la sociedad.

Las familias que se juegan la vida cruzando el mar o la frontera de Ceuta y Melilla para entrar en España (Europa), buscan un mejor porvenir que el de sus tierras de origen. Ese futuro pasa por un trabajo, una vivienda digna y el acceso a la sanidad y la educación, algo que es más fácil de conseguir en los países occidentales.

En Mallorca ya existen algunas iniciativas para favorecer esa integración de los recién llegados, como pueden ser la escuela de alfabetización en castellano para adultos de la Parroquia de Sant Pau o los abogados que asesoran gratuitamente a los indocumentados para regularizar su situación. Un obstáculo grande para ese proceso de asimilación de los recién llegados nace de las grandes dificultades que muchos españoles sufren para acceder a la vivienda, un trabajo digno, la educación y la sanidad. Surge así el rechazo a los forasteros, a los que se acusa, injustamente, de querernos quitar nuestro pan.

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