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Opinión

El Consell maquilla el desarrollismo infinito

El Consell maquilla el desarrollismo infinito

La saturación turística es un chiste si se compara con la comercial. Al galopante ritmo de crecimiento que lleva la isla, muy pronto será posible cambiar de municipio sin salir de una gran superficie. Y el ejemplo más paradigmático no es Palma, sino Campos, una localidad con apenas diez mil habitantes donde el ciudadano puede comprar en los grandes supermercados de Mercadona, Eroski, Lidl, Aldi e Hipercentro, cada uno con su aparcamiento anexo y todos ellos en un radio de distancia que no supera los tres kilómetros. El equivalente por habitante en Palma nos llevaría a las 200 grandes superficies de alimentación. No estamos hablando de pequeñas tiendas de barrio. En Campos estos grandes comercios han cambiado todo el contorno del núcleo urbano. Hace treinta años, los coches que atravesaban el municipio hacían acopio de exquisiteces en Can Pomar, negocio local famoso en toda Mallorca y que así siga por muchos años más. Hoy el municipio se ha convertido en la central de compras de alimentación de todo el Sur de Mallorca.

Presentar el nuevo plan de equipamientos comerciales como el proyecto de los recortes que necesita la isla resulta un gran mérito de comunicación del Consell, porque en realidad no deja de ser un proyecto puramente desarrollista que, a cambio de reducir las superficies máximas de los comercios, permite que estos se multipliquen por doquier en grandes y pequeñas poblaciones,periferia de Palma, Inca, Manacor, Pollença, Sóller, Felanitx, Muro y Artà, entre otras muchas localidades. Siempre y cuando no lleguen los tribunales con las rebajas y lo dejen todo como está, sin límites, que es lo propio de la tierra: apostar por el crecimiento infinito.

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