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Análisis

Una justicia igual para casi todos

¿Todos los españoles son iguales ante la Ley? Si considera que la respuesta a esta pregunta es afirmativa, pase de largo y disfrute del Mundial. La Infanta Cristina - "la eminencia gris de Nóos", según definición de José Castro-, se lo agradecerá.

El fugaz paso de la hermana del Rey por el banquillo de los acusados sirvió a unos cuantos para mantener la ficción de una justicia ciega y equitativa. Ni siquiera les mosqueó ver a un fiscal moviendo cielo y tierra para sacarla del apuro. Es uno de los muchos privilegios asociados al apellido: tener siempre a un bombero a mano cuando el incendio se ha descontrolado.

"A la Infanta le irá bien",

"Urdangarin suelta el botín" vs "La justicia es igual para todos". Siempre me fiaré más de los que pregonan la primera sentencia, incompatible con la segunda. Este asunto no es tan relevante como un Mundial, pero tampoco admite tibiezas: o se está con Lopetegui, o se está con Rubiales.

Salvo que lo impida un indulto prematuro, únicamente falta la foto de Urdangarin entrando en la cárcel para echar el candado al caso Nóos, una trama que cogió vuelo gracias a las investigaciones periodísticas. "Jauría", las llamó el efímero Màxim Huerta el día de su adiós-. El cuñado del Rey deshoja la margarita para escoger prisión, sabiendo que no pasará ni un día más de los necesarios para apuntalar la ficción.

Matas se apresuró a ingresar en la cárcel de Aranjuez para ahorrarse el papelón de la Audiencia. La figura del expresident es tan inocua que esta vez el Supremo no le descontó ni un día. No hay gangas para todos.

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