José Manuel Molina Solís (Sevilla, 1966) se encontraba a primera hora de hoy realizando una donación por aféresis en el Banc de Sang i Teixits de las Illes Balears (FBSTIB). Es uno de los donantes más veteranos de esta institución ya que acude regularmente a donar su sangre desde el año 1991. Más de 44 transferencias así lo atestiguan. Hoy se celebra el día mundial del donante de sangre.

"Nací en un pueblo de Sevilla aunque en 1970 vine con mis padres a vivir a Mallorca", explica este técnico en emergencias sanitarias que rechaza taxativamente que se refieran a su ocupación como conductor de ambulancias. "Somos más que conductores de ambulancias porque también asistimos a los pacientes en ocasiones", subraya.

Vinculado al servicio de emergencias médicas del 061 desde el año 1988, se decidió a donar sangre de manera regular tres años después. Los últimos diez años, aproximadamente, lo hace por aféresis. Esta técnica permite, mediante una máquina, extraer los componentes de la sangre necesarios y devolver al cuerpo del donante el resto. La sangre humana contiene tres componentes esenciales: plasma, plaquetas y glóbulos rojos.

Tal y como explica la enfermera Esperanza, mientras que en una donación de sangre tradicional se extraen 450 milílitros y tan solo se pueden realizar tres al año, en el caso de las mujeres, o cuatro, en el de los hombres, con la aféresis lo más habitual es extraer plasma y plaquetas y que con esta técnica no se suelen recoger los tres componentes a la vez. "Las plaquetas se destinan sobre todo a pacientes oncológicos, el plasma, por sus factores de coagulación, va para los enfermos hepáticos y los hematíes se utilizan para pacientes con procesos hemorrágicos o anémicos", detalla esta profesional.

Mientras una donación normal se "alarga" durante unos 8 minutos, una por aféresis se prolonga por espacio de casi una hora.

"Me dieron un premio hace dos años, pero había gente que llevaba donando hace mucho más tiempo que yo", retoma su discurso José Manuel Molina, que aconseja a la gente que done porque "en cualquier momento tu o un familiar tuyo puede necesitar sangre para sobrevivir".

"No es doloroso ni incómodo y el personal de aquí (por las enfermeras y facultativas del Banc de Sang) es encantador. Siempre dono aquí", añade motivos. Preguntado si se hizo donante tras alguna experiencia vivida como técnico en emergencias sanitarias, José Manuel subraya que no, que dona desde antes, pero recuerda un caso que le afectó especialmente.

"Acudimos a un accidente de moto en el que un joven se había fracturado la pelvis. Su madre venía con nosotros en el interior de la ambulancia y, por desgracia, no llegó vivo a Son Dureta porque no pudimos hacerle una transfusión", rememora la experiencia José Manuel lamentando que las ambulancias no puedan llevar bolsas de sangre. "Al parecer no reúnen las condiciones para su conservación. En las ambulancias solo se pueden reponer fluidos, volumen con sueros", explica técnicamente, "pero no sangre", concluye esta persona altruista.

Maite Cózar, otra de las enfermeras que atiende a los pacientes que se dejan caer por el Banc de Sang (carrer Rosselló i Cazador número 20 de Palma), explica que lo que más amedrenta a los donantes es el pinchazo. "Muchos de ellos temen a la aguja pese a que llevan piercings o tatuajes. Cuando les resalto la aparente contradicción me contestan que ´sarna con gusto no duele´".

A los donantes se les realiza primero un cuestionario, se les toma la tensión arterial y se les hace una prueba de hemoglobina capilar para cerciorarse de que no están faltos de hierro o anémicos, lógico motivo de exclusión temporal. "Hoy ha venido una señora que llevaba dos años intentando donar sin conseguirlo por falta de hierro que por fin ha podido hacerlo. Se ha ido súper contenta", resalta como conclusión esta profesional.