Sonia Vivas, la policía local de Palma que denunció haber sufrido una persecución por su condición de lesbiana, fue recibida ayer en la Audiencia por un grupo de simpatizantes, que quisieron mostrarle su apoyo ante la incómoda situación de contarle al tribunal su negativa experiencia personal.

La mujer acusa a tres compañeros de haberle perseguido laboralmente por su condición sexual, porque no les gustaba que una homosexual formara parte de la unidad motorizadauna homosexual formara parte de la unidad motorizada de la Policía Local. Afirma que los dos cabecillas de este movimiento fueron los policías Rafael Puigrós y Alberto Juan, pero también acusa al excomisario Rafael Estarellas de haber conocido los hechos y haberlo consentido. Estos tres policías se sientan en el banquillo, enfrentándose a penas de más de veinte años de cárcel. Los tres niegan los hechos, pero ninguno quiso contestar a las preguntas del fiscal.

La denunciante, que aguantó durante más de tres horas a un intenso interrogatorio, explicó que los problemas empezaron en el momento que entró en esta unidad motorizada, formada casi exclusivamente por hombres. Y aseguró que desde el principio sus dos compañeros se dedicaron a humillarla y ridiculizarla. Contó, por ejemplo, que le rompían huevos sobre el sillín de la moto, casi cada día le desinflaban las ruedas y le subían la altura del amortiguador. La testigo señaló a Puigrós de ser el ideólogo de esta persecución. "Estaba obsesionado conmigo. Le molestaba mi presencia en la unidad porque era lesbiana. Me trataban como a una basura".

Vivas, para narrar los desagradables episodios que ha sufrido detalló que todo el cuartel "me conoce con el apodo de tijeritas". Un apodo que crearon Juan y Puigrós que, según la mujer, "solían jugar delante de mí al juego de papel y tijeras, y siempre salía tijeras".

"Nunca le comenté a ningún compañero mi condición sexual. Sin embargo, siempre hablaban delante de mí de maricones y boyeras,siempre hablaban delante de mí de maricones y boyeras y sabía que estos comentarios estaban dirigidos a mí porque era lesbiana", relató.

Obsesión por los homosexuales

Durante su declaración la mujer quiso explicar al tribunal que uno de sus compañeros tenía una especie de obsesión por perseguir a los homosexuales. Explicó que en el cuartel se comentaba que Rafael Puigrós "cuando patrullaba con la moto solía lanzar agua con un repelente para insectos a los transexuales" y que el comisario Estarellas, no solo conocía estos hechos, sino que "los aplaudía".

También contó el episodio que vivió con este policía en una jornada laboral. Ambos iban de patrulla por la Playa de Palma y, según la mujer, su compañero Puigrós se detuvo frente a un prostíbulo y entró, pidiéndole que le siguiera. "Me di cuenta de que todas las prostitutas le conocían y que no pagaba las bebidas. Sentí mucha vergüenza porque íbamos de uniforme".

También quiso dejar claro que denunciar esta persecución homofóbica no ha sido fácil, ni tampoco gratuita, porque desde que contó los hechos ha sido acusada de delitos que no ha cometido y ha sufrido daños en sus propiedades. Entre las acusaciones falsas, se le atribuyó la agresión a un detenido. Sin embargo, pudo demostrar que no era cierto porque el día de los hechos ella no trabajaba. "Llegué a pensar que me iban a matar", reveló la mujer, que denunció que los tres acusados han hecho todo lo posible para "demostrar que soy una persona perversa".

También detalló que, a nivel personal, esta situación le ha pasado una cara factura, que se ha traducido en problemas de salud y en la pérdida de su pareja.

Fue especialmente dura cuando afirmó que el excomisario Estarellas permitió esta persecución. "Le bastaban cinco minutos para terminar con todo esto".