Un grupo de adultos encerrados en una habitación. Deben realizar una serie de tareas y resolver enigmas y pruebas para lograr la llave que les saque de allí. Esa es la dinámica de los ´escape rooms´, una opción de ocio (para niños y adultos) que está en auge en España. Cada misión tiene una temática: una cárcel, un castillo encantado. O una mina en Camerún.

Los participantes están encerrados, pero si alguien se agobia y desea interrumpir el juego, siempre puede pulsar el botón de emergencia.

Hace un mes, a un grupo de expertos ´escapistas´ (así se les llama) se les invitó a probar un nuevo juego. Era en una mina. Olía mal, a azufre. Y hacía mucho calor. Un capataz les gritaba para que sacaran oro. Tenían que arrastrarse por el suelo, acarrear sacos, rebuscar en la tierra. A la hora, los participantes ya pedían usar el botón de emergencia.

Se les abría y salían de ese panorama de horror. Pero en la vida real no hay botón de emergencia. Para 151,6 millones de niños de entre 5 y 17 años que son forzados a trabajar no hay botón de emergencia. Más de 73 millones de estos niños viven la cara más aberrante de la explotación laboral (en trabajos como la minería, las fábricas o en el campo). Y no tienen botón de emergencia.

Con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil que se celebra hoy, UNICEF organizó varias sesiones de ´escapismo´ para periodistas tratando de simular la dureza del trabajo en una mina de oro de Camerún. El Eskapark de Vigo fue su aliado en esta campaña, #TheUnescapeRoom, que busca volver a poner en la agenda política la lucha contra la explotación laboral de los niños.

"Tenía cinco años cuando empecé a trabajar en las minas de diamantes. Hay muchos peligros y nos hacen sufrir mucho", cuenta Kalala, de 13 años; uno de los testimonios en primera persona incluidos en la campaña.

"Su salud está en riesgo y se les priva del derecho a la educación, al juego y al ocio, a vivir con su familia... ", explica Maite Pacheco, reponsable de Políticas de Infancia y Sensibilización de UNICEF España. Las cifras de niños explotados han bajado un 40% desde el año 2000, pero en los últimos años ese decrecimiento se ha estancado, por una caída de la cooperación internacional y una menor atención mediática al problema.

Kalala es una de los 73 millones de niños que han vivido la peor cara del trabajo infantil, realizado trabajos peligrosos, como la manipulación de productos químicos (respirando sustancias tóxicas); el transporte de cargas pesadas o llevar a cabo labores en las alturas, bajo el agua, en recintos confinados o por la noche. África Subsahariana es la región con la más alta incidencia de niños trabajadores, seguida de Asia y América Latina.

El objetivo de la Agenda 2030 es que en 2025 no haya ni un solo niño forzado a trabajar y para volver a reactivar la lucha contra el trabajo infantil, UNICEF quiere con esta campaña crear un "movimiento", una masa crítica, y solo pide a los usuarios que visualicen la campaña a través de su web y que se adhieran ´pulsando el botón rojo´.

Eso dará peso y fuerza a la organización para continuar con su trabajo con el trabajo infantil, dialogando con los gobiernos para impulsar legislación; trabajando con las empresas; favoreciendo la educación de los niños; desarrollando oportunidades de medios de vida para las familias; formando a las comunidades y buscando en definitiva que los niños puedan escapar de una cruel explotación laboral.