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Análisis

El ego de un político a olvidar

Lo peor que le puede pasar a un político es no saber cuándo se ha acabado su tiempo. Un claro ejemplo es José María Aznar, que se ofrece a reaparecer en la primera línea política para refundar no solo el PP sino todo el centroderecha, como si este no fuera capaz de encontrar a otro líder de su talla, que saque a los populares de la profunda crisis en la que se ha sumido tras constatarse su connivencia con la corrupción, o con los corruptos. Es un síntoma del ego desmesurado del presidente que estuvo en la famosa foto de las Azores y que se siente todo un salvador, no solo de su formación política, sino de España entera.

No le va a la zaga en arrogancia nuestro conocido José Ramón Bauzá, quien sale ahora a la palestra -ahí es nada- como candidato a suceder a Rajoy después de presidir las islas durante cuatro años y haber provocado la mayor manifestación de contestación a un político de la historia, desde fuera y desde dentro del partido, lo que se tradujo posteriormente en la pérdida del poder del PP balear en todas las instituciones, Govern, Consells y los principales ayuntamientos. Su apuesta, que nadie se toma en serio, suena a intento de colocarse para el futuro, si la estrategia de la era post Rajoy es integrar a todas las corrientes. Los populares de Balears, los mismos que erraron al negarse a enterrar del todo a Bauzá y le ofrecieron el retiro dorado del Senado, no pueden consentir ahora una resurrección que les hipotecaría su futuro.

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