Sonia Vivas, la agente de la Policía Local de Palma, ha ratificado esta mañana las acusaciones de actuaciones homófobas contra tres compañeros, uno de ellos excomisario, que son juzgados en la Audiencia de Palma. La mujer, que fue recibida y despedida por un grupo de seguidores, aseguró que ha sufrido una persecución laboral en el cuartel de San Fernando por su condición de lesbiana.

La mujer declaró después de que lo hicieran los tres acusados. Se trata del excomisario Rafael Estarellas y los agentes Rafael Puigrós y Alberto Juan. La fiscalía Anticorrupción les acusa de varios delitos contra la integridad moral y solicita una pena global de 21 años de prisión. Los acusados, que solo respondieron a preguntas de sus abogados, niegan cualquier tipo de persecución, ni que hubieran encabezado ninguna iniciativa contra la denunciante, para que se marchara de la unidad motorizada de la Policía Local por su condición sexual.

Sonia tuvo que responder a las preguntas de la acusación y la defensa durante más de tres horas. Contestó con firmeza y explicó al tribunal las vicisitudes que tuvo que sufrir durante años en la unidad motorizada, como bromas pesadas o comentarios que aludían siempre a su condición de lesbiana."En la Policía Local me llamaban `La Tijeritas`y este apodo me persigue a día de hoy", explicó al tribunal, que responsabilizó a Puigrós de haber iniciado la persecución, bautizándola con este apodo y de haber provocado daños en la moto que ella conducía como muestra de que no le gustaba que una policía lesbiana formara parte de esta unidad. "Puigrós y Alberto Juan solían jugar delante de mí al juego de papel y tijera, y siempre salía tijera. Lo hacían para provocarme".

Como muestras del acoso explicó que un día su moto apareció manchada con huevos que se rompieron sobre el sillín y que era habitual que le desinflaran las ruedas del vehículo o levantaran el amortiguador para dificultar que ella la utilizara. Explicó también que uno de ellos, Puigrós, ha mostrado siempre gran animadversión hacia los homosexuales. "En el cuartel contaban que a los transexuales que se colocaban en la calle Federico García Lorca les lanzaba agua con zotal (un repelente para insectos) y el comisario Estarellas les reía las gracias porque eran muy amigos", contó.

Detalló también que en una ocasión que patrulló junto a Puigrós por la Playa de Palma su compañero se detuvo en un club de alterne y entró. "Me dijo que entrara con él. Me di cuenta que todas las prostitutas le conocían y que no pagaba las consumiciones. Sentí mucha vergüenza porque íbamos de uniforme".

La mujer aseguró que desde que decidió denunciar los hechos "he sentido miedo", hasta el extremo de que hubo un momento en el que "creía que me matarían", porque "estaban buscando testigos falsos para perjudicarme. Iban como locos para encontrarme un delito". De hecho, uno de los acusados presentó una denuncia contra Sonia, acusándola de haber agredido a un detenido. Sin embargo, ella pudo demostrar que el día de los hechos no estuvo de servicio. "Contaban chistes aludiendo a mi condición sexual y muchos de mis compañeros dejaron de hablarme debido al acoso al que me estaban sometiendo. La testigo aseguró que puso en conocimiento de su jefe, el excomisario Estarellas, el acoso que estaba sufriendo, pero que éste, en vez de salir en su defensa, "me insultó y me dijo que si no quería seguir en la unidad motorizada que le hiciera un informe diciendo que no era apta para seguir. Me negué a ello".

Desde que denunció los hechos, según su testimonio, ha sufrido todo tipo de amenazas y se han cometido daños en su propiedad. Le han robado la moto y le han entrado en el coche, además de otros destrozos en el portal del edificio en el que vive. "Es algo que me ha matado mi vida", lamentó Sonia, que aseguró que como consecuencia de esta denuncia "he perdido a mi mujer y mi situación en estos momentos es muy difícil"