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El desamparo de los solitarios

El desamparo de los solitarios

Una mujer fue encontrada momificada hace unos días en una vivienda de aspecto humilde del barrio del Cabañal, en Valencia. Vivía sola. Los investigadores calculan que falleció hace unos cuatro años. Ningún vecino se percató de que en la casa de María Amparo, así se llamaba, ya nadie colgaba la colada, no olía a comida recién hecha y no se escuchaban los ruidos de las sillas al ser removidas durante las sesiones de limpieza de la casa.

Unos 37.500 mayores de 65 años viven solos en Balears, dos terceras partes son mujeres. No importa si son viudas, solteras, divorciadas o su versión masculina. Cada día son más las personas afectadas por la triple soledad, la que aboca a que se produzcan situaciones dramáticas como la de María Amparo.

El primer aislamiento es el familiar. Abundan las solteras y solteros por opción o por las circunstancias. Después del 'baby boom' se redujo el número de hijos. Los linajes se reducen o, incluso, desaparecen.

El segundo es social. Las ciudades llenas de gente aíslan a las personas. Las amistades y los contactos se reducen a medida que se envejece y llega un día en que nadie sabe de la existencia de esos solitarios.

El tercer abandono llega por parte de la Administración. Es cierto que no se puede conectar con todo el mundo, muchos ni siquiera desean ser contactados. Sin embargo, uno de los grandes retos políticos del futuro será la atención al colectivo de personas mayores... o si quieren evitar los eufemismos, amparar a los viejos solitarios.

Es una cuestión de justicia que justifica la existencia de gobiernos. Un problema que palían organizaciones como la Cruz Roja.

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