En Balears hay 37.500 personas mayores de 65 años que viven solas, y siete de cada diez son mujeres, muchas de ellas con una situación de especial vulnerabilidad debido a qua dependen de unas pensiones que en un alto porcentaje no superan los 600 euros mensuales.

Los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) asignan al archipiélago un total de algo más de 26.600 mujeres y 10.800 varones de 65 años o más residiendo en hogares sin ningún otro acompañante. En concreto, el INE cifra en 448.800 el número total de hogares existentes en las islas al cierre del pasado ejercicio, de los que 106.500 eran unipersonales (uno de cada cuatro). De estos últimos 37.500 estaban constituidos por alguien de 65 años o más. El problema de este último colectivo es doble, según ha venido destacando el catedrático de Geografía Humana de la UIB, Pere Salvà, y respalda la coordinadora de Cruz Roja en las islas, Juana Lozano: a las situaciones de mala salud y deterioro físico que acompañan al envejecimiento, hay que sumar la vulnerabilidad que conllevan unas rentas bajas. Una parte importante de las mujeres que viven solas son de una generación que se ha dedicado a las labores del hogar y que ahora depende de unas pensiones de viudedad notablemente bajas.

En concreto, de las 26.600 mujeres mayores que viven solas, 19.100 son viudas, 3.400 solteras, 1.900 divorciadas, 1.000 separadas y 1.200 casadas. En el caso de los 10.800 varones, hay 4.400 viudos, 3.400 solteros, 2.400 divorciados, 500 separados y 200 casados.

Las viudas más pobres del país

Un dato respalda esa afirmación relacionada con la situación más precaria de las mujeres isleñas: la pensión media de viudedad es en Balears de 594,4 euros mensuales, la segunda más baja de toda España (solo Galicia, con 554 euros, queda por debajo) a nivel autonómico. La media española es de 653,3 euros mensuales.

La coordinadora autonómica de Cruz Roja recuerda que este organismo no presta servicio a todos los mayores de las islas, pero sí lo hace a un número lo suficientemente significativo como para confirmar que esa vulnerabilidad es real.

En concreto, durante el pasado año ayudó a unas 8.450 personas mayores, sobre todo a través de dos proyectos de especial relevancia, como son los del servicio de comida a domicilio y el de teleasistencia, ambos financiados por Administraciones isleñas pero gestionados por este organismo.

En este grupo tienen un peso muy notable las mujeres que viven solas, de edad muy avanzada y con un nivel de formación bajo. Muchas de ellas deben salir adelante con unas rentas que se mueven en la horquilla que va de los 300 a los 600 euros al mes, según los datos de Cruz Roja.

En este aspecto, Juana Lozano recuerda que este colectivo no está compuesto solo por mujeres que reciben la pensión de viudedad, sino que también hay otras que no se han casado nunca y cuya falta de cotizaciones las ha abocado a recibir exclusivamente una ayuda no contributiva.

Ayuda a otros familiares

Pero no es el único factor que muestra la debilidad económica de estas personas. Hay casos de mayores que habían conseguido llegar a la vejez con un nivel aceptable de ahorros, pero que durante la crisis económica han tenido que ayudar en el mantenimiento de hijos o nietos, recortando de forma muy apreciable las reservas económicas de las que disponían. En cualquier caso, estas situaciones se han comenzado a reducir de forma apreciable a partir de 2015, coincidiendo con la reactivación del empleo que se ha dado en el archipiélago.

La representante de Cruz Roja añade que con el servicio de teleasistencia (permite a la persona mayor solicitar ayuda en el caso de que registre algún incidente en su domicilio) se atiende a 4.700 personas con edades a partir de los 65 años. Y de este grupo, 800 de ellas han dejado la llave de su casa en custodia a este organismo para que su personal pueda acceder sin problemas a su casa. En este grupo hay un número importante de mayores que ya han llegado a los 80 años, viven solos y muestran una situación de deterioro físico más acentuada.

En el caso del servicio de comida a domicilio, en Palma llega a 480 personas mayores, de las que unas 200 han dejado la llave de su casa en custodia a Cruz Roja.

Un aspecto que se destaca en el caso de la teleasistencia es que las llamadas que se reciben por parte de los mayores no se justifican exclusivamente por haber registrado un accidente o haber caído enfermos, sino que también se dan cuando la persona mayor oye un ruido en su casa que le parece sospechoso (estas peticiones de auxilio se derivan a veces a los cuerpos de seguridad), y lo que es más significativo, en ocasiones se dan por la simple necesidad de hablar con alguien, fruto de la soledad que padece ese usuario.

En este último caso, y dado que esta teleasistencia debe tener las comunicaciones abiertas para atender emergencias, lo que se hace es enviar a un voluntario de Cruz Roja para que acompañe un rato a esa persona mayor y pueda hablar con ella.

Porque en ocasiones estos individuos que viven solos padecen situaciones de fuerte aislamiento, incluso pese a tener hijos cuya situación laboral les deja muy poco tiempo disponible para atender al mayor. En este punto, personal de Cruz Roja lamenta las grandes lagunas que sigue presentando la conciliación de la vida laboral con la familiar.

Esta soledad explica la existencia del programa Enrédate. Con él se han atendido a 600 mayores durante el pasado año, a los que se hace participar en actividades que conllevan salidas fuera de su domicilio y que les permiten relacionarse con otras personas en su misma situación para así favorecer el que desarrollen relaciones de amistad.

También se destaca el programa de acompañamiento físico a la persona mayor por parte de voluntarios para asegurar que no pierde su cita con el médico especialista en Son Espases o Son Llàtzer, por poner un ejemplo, o para realizar alguna gestión.

Además, y solo si el usuario lo pide, se le asigna un acompañante con una formación especial para que esté presente en el momento en el que el médico hace su diagnóstico, para garantizar que el paciente lo entiende correctamente. Durante el pasado año se beneficiaron de esta iniciativa unas mil personas, con una demanda en fuerte crecimiento que ha llevado a tener que ampliar la cifra de voluntarios que prestan esta ayuda.

Vínculos de afecto

Juana Lozano señala que al quedarse solas, las mujeres suelen tener más herramientas para salir adelante, pero no oculta que tanto ellas como los varones reflejan situaciones de dependencia respecto a la que fue su pareja.

Así, los hombres tienen más problemas a la hora de cubrir sus necesidades diarias como la alimentación o limpieza de la casa, y ellas a la hora de afrontar algunas reparaciones o para realizar gestiones fuera del domicilio.

La angustia que la soledad provoca en muchos de estos individuos explica los vínculos de afecto que a menudo desarrollan con los voluntarios que las atienden.

Hay que tener en cuenta que este personal, a la hora de dar el servicio de comida a domicilio, por ejemplo (se presta los lunes, martes, jueves y sábados), dedica en muchos casos un tiempo para hablar con el usuario respecto a su situación e incluso se comprueba que no presenta carencias que puedan perjudicar a su salud (como el disponer de sistemas de calefacción en invierno).