Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Se casó vestida de sí misma?"

No estoy casada. Tengo novio y lo hablamos, pero no hay nada en firme. Emplearé más de un vestido durante la jornada, como las celebrities, pero todavía no he diseñado ninguno.

Después del Museo de Mallorca, ¿montaría un desfile en la Catedral?

No lo descarto, es muy majestuosa. Además, ya tenemos los bancos, y las modelos desfilarían por el pasillo central. Monto los desfiles en sitios con historia y encanto. Hace dos años, en el claustro de San Francisco, los curas me pidieron que les enseñara la colección antes por si era provocativa. Y mis vestidos son sugerentes, por decirlo de alguna manera.

Sensual, vaporoso, romántico,... es no decir nada.

Pues pon sugerente. Siempre busco que la mujer enseñe un poquito, sin ser ordinaria. Sugerir pero no mostrar. Voy al límite con todo, los escotes o la raja en la pierna, tanto en la ropa como en la vida.

Julia Otero dijo que una mujer viste escote para que le miren los pechos.

Recomiendo más el escote a las chicas con poco pecho que con mucho, en las que queda vulgar y en las que has de jugar con las verticales para compensar las horizontales. No me gusta que se vea el canalillo.

¿Es más difícil ser empresaria que diseñadora?

Es difícil dedicarte al diseño. Tuve la oportunidad de trabajar fuera, me ofrecieron Inditex, pero tenía claro que quería vivir en Mallorca. Si trabajas para otro, no creas. Si quieres hacer de diseñadora, has de tener tu marca.

¿Cuál es la prueba de que usted cose?

Tengo callos de las tijeras en las articulaciones, y las manos se deforman. Cada vez coso menos, por falta de tiempo, pero conozco todo el proceso aunque me centro en el diseño y el patrón.

¿Qué son esas citas que le ocuparán toda la tarde?

Una novia detrás de otra, estoy haciendo unas treinta a la vez. Ya no se trata de la institución rígida del matrimonio, hoy es una fiesta. Se ha inventado una novia nueva, que se casa por lo civil, que viste con colores aunque no sean llamativos. Es otra forma de celebración.

¿Los hombres no se merecen ir bien vestidos?

Al hombre lo tengo muy olvidado. No son tan originales como nosotras, y prefiero complicarme la vida con las mujeres.

¿Cuánto tiempo necesita?

Por lo general seis meses, aunque tengo una novia en cinco días que me ha obligado a coger la tijera. Primera visita, presupuesto de telas y de trabajo, más entre cuatro y seis pruebas del vestido.

¿Cuánto cuesta?

Unos 1.500 euros por el vestido de novia, seiscientos por el de fiesta.

¿Y si una clienta engorda durante el proceso?

Dejamos márgenes, y el vestido se puede ajustar. Solo me he encontrado una vez en mi vida con una novia que, si se casa diez días más tarde, no cabe en el vestido. Todas las novias adelgazan. Lo llamo Operación Bodorrio, mucho más práctica que la Operación Bikini. Por eso no acepto que la última prueba sea una semana antes.

¿El movimiento #Metoo cambiará la forma de vestir?

No, porque no es un problema de cómo vistan las mujeres, y la moda está cada vez más descocada. Las adolescentes vienen pisando fuerte, visten de forma que yo no me atrevería.

¿A qué se debe esta rebelión?

Es por la influencia de Latinoamérica, un efecto cultural del salseo y el reguetón. Me gusta que se vea la estructura y no soy recatada, pero todo tiene su momento y exponer demasiado no favorece.

Marga Prohens y Duran en su desfile, ¿solo PP?

Fueron las que aceptaron la invitación. Estaba confirmada Francina Armengol, que declinó el viernes en el último minuto, a las tres de la tarde. No me caso con nadie en este terreno, soy bastante apolítica.

¿Por qué le gustan tanto las espaldas desnudas?

Porque es la parte más bonita de una mujer para enseñarla. Una espalda desnuda me parece supersensual. Me gusta enseñar zonas que suelen esconderse.

¿Qué ropa de otros lleva?

De diario, voy hecha un desastre. Me paso el día tirada por el suelo, así que llevo vaqueros y camiseta, nada de pitiminí. Cuando me arreglo, me visto con mi ropa. Así lancé mi marca, con la gente que me veía y le gustaba lo que llevaba.

¿Ha previsto un futuro sin bodas?

Al revés, en los dos últimos años han ido in crescendo. Los vestidos de novia se complementan con los de fiesta, en bodas y eventos. Lo copiamos todo de Estados Unidos, así que ahora también se viste a las damas de honor. Y hay un boom de las graduaciones, las chicas de 18 años se hacen vestidos a medida para ese día en el colegio.