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"Un tercio de las obras de Balears suspende en medidas de prevención"

"Algunas constructoras se comprometen a hacer proyectos por unas cantidades económicas que son imposibles de cumplir" - "Los ritmos de trabajo en el sector están agotando a las plantillas"

Sonia Saavedra participa en la campaña de visitas a obras que se está desarrollando. G. Bosch

La Fundación Laboral de la Construcción de las islas ha puesto en marcha una campaña de visitas a obras para detectar posibles deficiencias en materia de seguridad y asesorar sobre su corrección. ¿Qué se están encontrando?

Empezamos a finales de marzo y ya hemos realizado unas 150 visitas a obras. Realmente nos encontramos de todo. Hay obras en muy buenas condiciones, muy pocos fallos en seguridad y mucha implicación de los trabajadores, pero hay otras con muchos defectos y que requieren que se acometan correcciones inmediatas. Alrededor de un 30% de los lugares que hemos revisado suspenden en sus medidas de prevención, y además con baja nota. Pero es verdad que a veces hablando con los trabajadores se hacen las correcciones rápidamente. Hace dos semanas visitamos una empresa y dijimos que en esas condiciones no se podía seguir, hicimos una llamada al constructor, a la semana siguiente volvimos y todas las deficiencias estaban subsanadas. Vemos que las visitan hacen mella.

¿Qué es lo peor que se han encontrado?

Nos encontramos muchos fallos en las protecciones colectivas, que es algo que nos preocupa muchísimo. La semana pasada visitamos la reforma de un hotel de s'Arenal con muchas deficiencias en las barandillas y con huecos entre ellas que hacían posible la caída de un trabajador en altura, mucho desorden y falta de limpieza. En esas condiciones no se puede trabajar. Incluso nos encontramos a un trabajador que probablemente no tenía la formación necesaria para instalar esas protecciones. Las colectivas son las más caras, pero también las más importantes.

¿Ese tercio de obras visitadas con deficiencias importantes es extrapolable a la situación del conjunto del sector?

Estoy segura que sí. Si pudiéramos visitar todas las obras que actualmente se realizan en Balears nos encontraríamos cosas horrendas para la seguridad de los trabajadores.

La construcción balear ha registrado cinco fallecimientos en accidente laboral en 2017 y tres en lo que llevamos de 2018. ¿Era necesario llegar a este extremo para que ahora patronales, colegios profesionales, sindicatos y Govern pacten medidas para atajar este problema?

Todo esto se tendría que haber hecho bastante antes. Llevamos 17 años a la cabeza de la siniestralidad laboral en España, tiempo más que suficiente para haber reunido antes a todas las partes y para haber tomado medidas.

La sensación inicial cuando se pusieron en marcha las reuniones entre todas esas partes es que cada colectivo se autojustificaba y derivaba la responsabilidad en el de al lado.

La conselleria de Trabajo empezó estos contactos con reuniones independientes con cada una de las partes, y lo que nos ha llegado es que algunos representantes estaban reacios a reconocer responsabilidades en materia de siniestralidad laboral. Pero en la última reunión que celebramos, en las que estábamos todos, sí que hubo una implicación colectiva para hacer frente a este problema.

Tras las visitas realizadas, ¿dónde están las mayores cuotas de responsabilidad?

Es muy complicado asignarlas. Las obras van cambiando constantemente. Hay un grado muy importante de responsabilidad pero por parte de todos, de los promotores, de los constructores, de los trabajadores que deben de hacer un buen uso de las medidas que les facilitan las empresas, de los técnicos que hacen los estudios y los planes de seguridad... Es como una cadena con varios eslabones, y si se rompe uno, se rompe toda. Pero cuando hay un accidente, el principal responsable es la empresa, que debe de establecer las medidas de seguridad.

¿Hay una guerra de precios entre empresas constructoras que lleva a algunas a ahorrar donde no se debe?

Claro que hay una guerra de precios en el sector. Algunos se comprometen a hacer obras por unas cantidades económicas que son imposibles, y eso supone que se regatea en los derechos de los trabajadores, no solo en materia de seguridad, sino también en cobro de nóminas. Hay empresas que ofrecen unos presupuestos a las que otras reconocen que no se puede llegar sin perder dinero. Y eso es porque se ahorra mucho, no solo en seguridad.

¿En esa guerra de precios entran solo las empresas que llegan de fuera o es un problema general en el sector?

Es un problema general.

Otro punto de tensión que se apunta es que los plazos que los promotores y hoteleros exigen para realizar las obras son tan ajustados que resultan demenciales.

Eso es bestial. Una de las cosas que siempre nos plantean cuando vamos a visitar las obras es el tema de los plazos. En la mayoría se quejan muchísimo. El otro día visitamos una gran obra de una cadena hotelera y nos plantearon que llevaban un mes de retraso y que se trabajaba contrarreloj. Y no solo en hoteles, también en la edificación de chalés. Muchas veces nos admiten que es imposible acabar a tiempo la obra. Pero los contratos tienen clausulas de penalización a la constructora si no acaba a tiempo.

Esos ritmos de trabajo deben de repercutir en la siniestralidad.

Efectivamente. Se agota a los trabajadores. ¿Cómo se frena eso? No lo sé. Pero deberían implicarse todas las partes en este problema.

Algunos constructores también se quejan de lo mismo en la obra pública.

Las Administraciones no están exentas de parte de responsabilidad. Realmente no hemos visitado mucha obra pública, pero los constructores también se quejan de ello.

Otra queja de la patronal constructora: la crisis ha sido tan dura que algunos empresarios han optado por trabajar en segmentos para los que no estaban preparados como la reforma hotelera o la edificación de chalés de alto nivel.

Hay muchas quejas del propio sector de la falta de profesionalidad de algunos empresarios que se han metido en él. Y también hay un problema a la hora de buscar a personal cualificado, de ahí que insistamos en la importancia de la formación para profesionalizar al sector. La crisis ha provocado eso, y ha habido mucho movimiento en las plantillas. Basta recordar que desde el inicio de la crisis, en 2007 y 2008, más de la mitad de los trabajadores perdieron su empleo, que eran profesionales de muchos años y que muchos de ellos se fueron a otros sectores y no han vuelto a la construcción.

¿Tan necesario es un módulo de formación profesional para lo construcción?

Creo que sí, es muy importante. Necesitamos profesionales dentro de este sector porque se ha perdido a muchos. Hace poco estuve en una obra en la que el encargado lamentaba que a algunos habían tenido que enseñarles hasta a ponerse un arnés, aun teniendo la formación exigida.

¿No se llega también tarde con ese módulo?

En septiembre empezará el curso de técnico en construcción. Llevamos tres o cuatro años trabajando en este tema y no ha sido fácil. Debe de llevar una parte práctica en la que también las empresas se implicarán. Pero el acuerdo está hecho y ha llegado ya.

La actividad constructora está aumentando mucho, y falta personal cualificado. ¿Las condiciones laborales no son lo bastante buenas como para atraer de nuevo a trabajadores con experiencia que se vieron expulsados durante la crisis?

Con la reforma laboral los derechos han cambiado muchísimo y ya no es como antes. Hubo unos años en los que en la construcción se ganaba muchísimo y ya no es igual. Ahora se aplica el convenio, como mucho. Y se hacen horas extras que en algún caso ni siquiera se pagan. El otro día acudió a mí una persona para decirme que llevaba un año sin cobrar y no entendí como había esperado tanto para denunciarlo. Llegamos hasta estos límites.

¿La subida salarial pactada para la construcción con carácter estatal no se ha quedado corta comparada con las que se reivindican para los acuerdos que se negocian en las islas?

Para este año fija una subida del 2%. Se podría pedir más pero las empresas del sector no están por la labor de dar incrementos mayores. Cuesta muchísimo, y aunque es verdad que la actividad constructora está repuntando, no alcanza en absoluto los niveles previos a la crisis, lo que hace difícil firmar mejoras en las retribuciones muy elevadas.

¿La escasez de personal cualificado y la mayor actividad no están ayudando a que los salarios reales estén aumentando por encima de ese 2%?

Esto no pasa en Balears. Las empresas no están ofreciendo mejores retribuciones para los empleados más cualificados, al menos en los casos que nosotros conocemos.

Antes comentaba que la crisis destruyó más de la mitad del empleo en la construcción balear. ¿Qué se hace con la gente que cayó en las edades más complicadas y que han pasado a formar parte del paro de larga duración?

Cuando se negociaron los expedientes de regulación de empleo se pudo pactar una salida para una parte de estas personas hasta su jubilación. Pero para los que se quedaron por el camino, salir de ese agujero es muy complicado.

¿Los planes puestos en marcha por el Govern para dar empleo durante seis meses en las Administraciones públicas sirven para algo?

Ayudan muy poco. Seis meses de trabajo no te sacan del agujero, aunque sí de la estadística del desempleo de larga duración. ¿Qué se aporta a una familia? ¿Seis meses de trabajo y luego dos de desempleo y algún tipo de ayuda? A según que edad, eso es muy poco.

¿Los trabajadores están preparados para afrontar los nuevos niveles de calidad que se exigen en las nuevas edificaciones?

Para eso tenemos una herramienta muy importante, como es la Fundación Laboral de la Construcción, que hace cursos y concede certificados de profesionalidad. Es necesario que los trabajadores y las empresas utilicen esta herramienta, que lo hacen poco. Las empresas tienen formación bonificada y deberían aprovecharla mucho más de lo que lo hacen.

¿Qué resultados esperan que tenga el plan de visitas a obras que la fundación está desarrollando y las jornadas para concienciar a las empresas?

Los sindicatos y la patronal de construcción, que constituimos la fundación, estamos muy implicados en este plan de choque. A lo que aspiramos es a que no haya ni un muerto más en el sector.

Iniciativas como ésta o la fuerte subida salarial pactada para la hostelería no está provocando un aumento en la afiliación a los sindicatos.

Es preocupante. Hay trabajadores que ni saben lo que es un sindicato. A veces tengo la sensación de que la gente se conforma con lo que ya tiene, y es un error. Si quieres algo, lo tienes que pelear. Y en la vida laboral hay herramientas como los sindicatos, pero no las utilizan. También hemos sufrido una campaña de desprestigio muy intensa, que ha hecho daño.

¿Por qué hay tanta gente en algunas manifestaciones y tan poca en las huelgas que las preceden?

Ir a una huelga supone descuentos en la nómina que algunos no quieren asumir porque le duele el bolsillo. Y también hay miedo de decirle al jefe de que no se va a ir a trabajar, por las represalias que puedan venir después.

¿Por qué a UGT-Balears le costó tanto encontrar a alguien para asumir la Secretaria General?

La situación económica interna era muy mala, y es complicado hacer frente a eso.

Su nombre se barajó entonces. ¿Es una opción de futuro?

(Ríe) Ahora mismo no me apetece. Pero falta mucho para un congreso y de lo que se habla ahora es de mejorar las condiciones de los trabajadores.

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